Domingo XXV del Tiempo Ordinario: Fidelidad en lo pequeño y esperanza para el futuro
Hoy, domingo 21 de septiembre de 2025, la Palabra de Dios nos convoca a reflexionar con corazón abierto y mirada esperanzada. Nos encontramos en el Domingo XXV del Tiempo Ordinario, en el marco del Jubileo de los Catequistas que celebramos en nuestra Arquidiócesis de Panamá, un tiempo de gracia que nos recuerda la misión de formar discípulos misioneros en la fe. Además, estamos en el Mes de la Biblia, ocasión privilegiada para redescubrir que todos debemos tener nuestra Biblia personal y leer cada día la Palabra de Dios, que es lámpara para nuestros pasos y sabiduría de Dios para nuestro caminar en la luz.
1. La denuncia del profeta Amós: justicia y coherencia
El profeta Amós (Am 8, 4-7) alza la voz contra la injusticia y la manipulación de los pobres. Denuncia a quienes buscan enriquecerse a costa de los más débiles, olvidando que Dios ve y escucha el clamor de los oprimidos. La Palabra nos confronta: ¿somos fieles en nuestra vida económica y social? El llamado de Amós sigue vigente: la fe no se puede separar de la justicia. San Juan Crisóstomo decía que "no compartir con los pobres lo que poseemos es robarles y quitarles la vida". La verdadera devoción a Dios se traduce en solidaridad, en defender al pequeño y en vivir con rectitud.
2. El Salmo: alabanza desde lo humilde
El salmo 112 proclama: “Que alaben al Señor todos sus siervos”. El Señor se eleva sobre los pueblos, pero al mismo tiempo se inclina hacia el pobre y levanta al desvalido. Esta paradoja divina nos muestra un Dios trascendente y cercano, que no se desentiende de las necesidades humanas. En la liturgia de hoy, la alabanza se convierte en una escuela de esperanza: mientras reconocemos la grandeza de Dios, descubrimos que su poder se manifiesta en la misericordia y en la cercanía con los más pequeños.
3. Pablo a Timoteo: la oración por todos
San Pablo exhorta a Timoteo (1 Tim 2,1-8) a orar por todos los hombres, especialmente por quienes ejercen autoridad. El apóstol nos recuerda que la Iglesia es signo universal de salvación y está llamada a interceder sin excluir a nadie. La oración abre caminos de reconciliación y paz. En un mundo marcado por divisiones, la comunidad cristiana debe ser espacio de encuentro. Orar por los gobernantes, por los que piensan distinto, por los que nos cuesta amar, es un acto de fe en que Dios guía la historia hacia su Reino.
4. El Evangelio: fidelidad en lo pequeño
El Evangelio según san Lucas (16,1-13) nos presenta la parábola del administrador astuto. Jesús no alaba la corrupción, sino la sagacidad con que este hombre asegura su futuro. El Señor nos invita a reflexionar: ¿cómo usamos los bienes, el tiempo, las capacidades que Dios nos confía? “El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel”. Aquí está el corazón de la enseñanza: la vida cristiana se juega en lo cotidiano, en las pequeñas decisiones que forman un corazón recto. No se puede servir a Dios y al dinero, porque la verdadera riqueza es el amor, la misericordia y la entrega de sí.
5. Jubileo de los Catequistas: sembradores de esperanza
En este Jubileo de los Catequistas, nuestra Iglesia en Panamá agradece y bendice la misión de tantos hombres y mujeres que, con fidelidad y alegría, transmiten la fe a niños, jóvenes y adultos. Ellos son ejemplo de quienes son fieles en lo pequeño: en preparar una clase, en escuchar a un niño, en acompañar a una familia. Su servicio humilde construye futuro, porque sembrar la Palabra en los corazones es sembrar esperanza. El Papa Francisco ha recordado que el catequista es "memoria viva de Dios" en la vida de la comunidad.
Queridos hermanos, la Palabra de este domingo nos anima a vivir con coherencia en la justicia, alegría en la alabanza, universalidad en la oración y fidelidad en lo pequeño. El futuro no se construye con grandes discursos, sino con actos sencillos de amor y fidelidad al Evangelio. La esperanza cristiana nos asegura que, aunque el mundo exalte las riquezas pasajeras, Dios nos ofrece una herencia eterna.
Que este domingo sea para cada uno de nosotros un compromiso renovado: servir al Señor con corazón indiviso, orar por todos, vivir con justicia y ser sembradores de esperanza en nuestra familia, en nuestra comunidad y en nuestra sociedad. Y que en este Mes de la Biblia redescubramos el tesoro de la Palabra de Dios, para que sea nuestra lámpara y nuestra guía en el camino de la vida.
Con la Biblia en el corazón, caminamos en la luz del Señor.
Ten tu Biblia personal, léela cada día, medítala en oración y deja que sea la
sabiduría de Dios que ilumine tu vida.
Pbro. Alfredo Uzcátegui.
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