Día 9 – “No consentirás pensamientos ni deseos impuros”
Palabra
de Dios
“No codiciarás la mujer de tu prójimo” (Ex 20,17).
“Todo el que mira a una mujer deseándola ya cometió adulterio con ella en su
corazón” (Mt 5,28).
Catecismo
de la Iglesia Católica
“Este mandamiento completa el precedente, que se refiere a los actos,
prohibiendo el deseo desordenado de la carne” (CIC 2514).
“La lucha contra la concupiscencia de la carne pasa por la purificación del
corazón y la práctica de la templanza” (CIC 2517).
“Hay una pureza de intención, una pureza de mirada y una pureza del corazón que
nos permiten ver a Dios” (CIC 2519).
Reflexión
Este mandamiento nos invita a la pureza interior. No basta con evitar
actos externos de infidelidad o lujuria; Dios nos pide custodiar también el
corazón y los pensamientos. La tentación empieza muchas veces en la mente y se
alimenta con la imaginación o el deseo desordenado.
El bautizado está llamado a vivir la pureza como fruto del Espíritu Santo, que transforma nuestro corazón y lo orienta hacia el amor verdadero. La castidad, en este contexto, no significa represión, sino integración: poner los afectos, deseos y pensamientos al servicio del amor auténtico.
Jesús nos advierte en el Evangelio que la mirada puede ser ya ocasión de pecado si está cargada de codicia. Por eso, la vigilancia interior, la oración y la templanza son medios para mantener un corazón limpio. La pureza abre la puerta a una mayor libertad, porque nos permite mirar a los demás con respeto, no como objetos de uso, sino como personas amadas por Dios.
San Juan Pablo II decía: “El hombre solo se realiza plenamente a través del don sincero de sí mismo”. Este mandamiento, vivido en el día a día, nos ayuda a entrenar el corazón para amar con verdad, sin egoísmo.
Acción práctica
Oración
Señor Jesús, Tú que eres la pureza misma, limpia mi mente y mi corazón de todo
deseo desordenado. Enséñame a mirar con respeto y amor a cada persona, viendo
en ella tu imagen. Dame un corazón sencillo y libre, para poder amarte a Ti y a
mis hermanos con un amor sincero y puro. Amén.
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