Día 5 – “No matarás”
Palabra
de Dios
“No matarás” (Ex 20,13).
“Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn
10,10).
Catecismo
de la Iglesia Católica
“La vida humana es sagrada porque desde su inicio es fruto de la acción
creadora de Dios y permanece siempre en una relación especial con el Creador,
su único fin” (CIC 2258).
“El quinto mandamiento prohíbe directamente todo homicidio. Prohíbe también la
cooperación voluntaria en el mismo” (CIC 2268).
“El respeto de la dignidad de la persona humana excluye toda violencia
destinada a coaccionar la conciencia” (CIC 2313).
Reflexión
Este mandamiento nos enseña que la vida es sagrada desde la concepción
hasta la muerte natural. Dios es el dueño de la vida, no nosotros. Por eso,
este mandamiento rechaza todo lo que atenta contra ella: homicidio, aborto,
eutanasia, suicidio, odio y violencia.
Pero el “no matarás” no se limita al aspecto físico: también podemos “matar” con palabras hirientes, con indiferencia hacia el sufrimiento del otro, con injusticias que destruyen la dignidad humana. Cada vez que humillamos o despreciamos a alguien, atentamos contra la vida que Dios ha puesto en esa persona.
Jesús va más allá: “Han oído que se dijo: No matarás. Pero yo les digo: todo aquel que se enoje contra su hermano será reo de juicio” (Mt 5,21-22). Es decir, nos llama no solo a evitar el asesinato, sino a erradicar del corazón todo odio, rencor y deseo de venganza.
Vivir este mandamiento como bautizados significa convertirnos en defensores de la vida y constructores de paz: cuidar a los débiles, acompañar a los enfermos, proteger a los niños, respetar a los ancianos, y trabajar por una sociedad más justa. Cada vida humana es un don de Dios que merece ser amada y cuidada.
San Juan Pablo II lo resumió en su encíclica Evangelium Vitae: “El Evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús. Acogerlo significa acoger al mismo Cristo”.
Acción práctica
Oración
Señor de la vida, gracias por el don precioso de existir. Enséñame a respetar y
defender siempre la vida, desde la más pequeña hasta la más frágil. Líbrame de
toda violencia en mi corazón y hazme instrumento de tu paz. Que mis palabras y
acciones sean siempre signo de amor y de esperanza. Amén.
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