Día 5 – La Gula y la Templanza
Venciendo los pecados capitales
La gula es el desorden en el apetito por la comida, la bebida u otros placeres que buscan llenar un vacío interior. No se trata solo de comer en exceso, sino de dejar que el deseo de satisfacción inmediata domine la voluntad y oscurezca el corazón. Cuando caemos en la gula, buscamos en los bienes materiales lo que solo Dios puede darnos: plenitud y felicidad.
Virtud contraria: La templanza
La templanza es la virtud que modera el deseo de los placeres sensibles y nos permite usarlos con equilibrio. El corazón templado no rechaza lo bueno que Dios nos ofrece, pero tampoco se deja esclavizar por ello. Quien vive la templanza descubre que la verdadera satisfacción está en la gratitud, el compartir y el dominio de sí mismo.
Palabra
de Dios:
San Pablo exhorta:
“No os embriaguéis con vino, que lleva al libertinaje; dejaos más bien
llenar del Espíritu” (Ef. 5,18).
El cristiano no se deja dominar por los excesos, sino que se abre al gozo
profundo que solo el Espíritu Santo puede dar.
Enseñanza de la Iglesia:
El Catecismo afirma: “La templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados” (CEC 1809). La templanza no reprime, sino que ordena, para que la persona encuentre en Dios su mayor satisfacción.
Acción
práctica:
Hoy puedes practicar un pequeño gesto de ayuno o renuncia voluntaria:
evita un exceso en la comida, prescinde de un gusto innecesario, o comparte un
alimento con alguien más necesitado. Ofrécelo al Señor como acto de amor y
disciplina interior.
Oración final:
Señor, Tú que eres el Pan de Vida y la Fuente de toda alegría, enséñanos a moderar nuestros deseos y a buscar en Ti la verdadera plenitud. Danos un corazón agradecido y templado, capaz de compartir lo que tenemos y de vivir con libertad interior. Amén.
Pbro. Alfredo Uzcátegui.
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