Día 5: La Eucaristía en la historia de la salvación
“Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”
(Mateo 28,20)
La Eucaristía no es un invento reciente ni una práctica aislada. Está profundamente enraizada en la historia de la salvación, como una promesa cumplida y perpetuada por amor. Desde el Antiguo Testamento hasta hoy, Dios ha preparado a su pueblo para este gran regalo: Cristo vivo y entregado en el Pan de Vida.
1. La Eucaristía anunciada en el Antiguo Testamento
Ya en el Éxodo, el pueblo hebreo comía el cordero pascual para celebrar su liberación de Egipto:
“Tomaréis un cordero… lo
inmolaréis… y comeréis su carne aquella noche.”
(Éxodo 12,3-8)
Más adelante, en el desierto, el maná fue el pan bajado del cielo que alimentó al pueblo:
“He aquí que haré llover pan
del cielo para vosotros.”
(Éxodo 16,4)
Estas figuras prefiguraban la Eucaristía:
2. La Eucaristía instituida por Jesús
En la Última Cena, Jesús cumple las promesas del Padre:
“Tomad y comed, esto es mi Cuerpo… Bebed
todos de ella, porque esta es mi Sangre de la alianza, que se derrama por
muchos para el perdón de los pecados.”
(Mateo 26,26-28)
Allí, en medio de una comida pascual, instituye la nueva y eterna alianza, sellada con su propia sangre. Desde entonces, la Iglesia celebra el memorial de ese gesto, como Él mandó:
“Haced esto en conmemoración mía.”
(Lucas 22,19)
3. La Eucaristía en la vida de la Iglesia
Desde los primeros cristianos, la Misa ha sido el centro de la vida de fe:
“Acudían asiduamente a la
enseñanza de los apóstoles, a la comunión fraterna, a la fracción del pan y a
las oraciones.”
(Hechos 2,42)
A pesar de persecuciones, guerras, pandemias o dificultades, la Eucaristía ha permanecido como luz y alimento para los creyentes. Participar en la Misa es formar parte viva de la historia de salvación que Dios continúa escribiendo en nuestras vidas.
Pensamiento del día
La Eucaristía no es un acto
aislado del domingo,
sino el centro del plan de Dios.
Es el amor eterno de Cristo que se hace presente hoy por ti.
Compromiso del día
Tómate un momento para meditar
en silencio cómo Dios ha preparado tu vida para este encuentro de amor.
Da gracias por cada vez que has recibido a Jesús en la Eucaristía,
y pídele que aumente en ti el deseo de vivir cada Misa con más profundidad.
Oración final
Señor, gracias por tu
fidelidad en la historia de la humanidad y en mi propia historia.
Gracias por haber preparado desde siempre este regalo inmenso de la Eucaristía.
Que, al participar en cada Misa, sienta que formo parte de tu historia de
salvación
y que me llamas a vivir en tu amor.
Amén.
Frase para meditar
“La Sagrada Eucaristía es el
don más grande de Dios para el hombre en el tiempo: es el mismo Jesús, que
sigue amándonos hasta el extremo.”
— San Juan Pablo II
Para profundizar hoy
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1094
“Así, la Iglesia reconoce en el Antiguo Testamento prefiguraciones de la Eucaristía: el sacrificio de Melquisedec, la salida de Egipto, el maná en el desierto.”
La Imitación de Cristo, Libro IV, cap. XV
“Tú eres, Señor, mi herencia y mi salvación; tú eres mi fortaleza y mi gloria. Que nunca me separe del altar en el que tú, desde la historia de la salvación, vienes a mí.”
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