03
ABR
2025

Día 11: El Gloria: alabanza desde el corazón



Día 11: El Gloria: alabanza desde el corazón

“Gloria a Dios en lo alto del cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”

(Lucas 2,14)

Después del acto penitencial, en los días festivos y domingos, la Iglesia entona un himno antiguo y profundo: el Gloria. No es solo un canto litúrgico, sino una verdadera proclamación de fe y alabanza, nacida de los ángeles la noche del nacimiento de Cristo y asumida por la Iglesia en su oración solemne.

1. Un canto del cielo en la tierra

El “Gloria” es una de las oraciones más antiguas de la tradición cristiana. Iniciado con las palabras de los ángeles en Belén, se convierte en un canto de júbilo, adoración y acción de gracias.

“Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mi boca”
(Salmo 34,2)

Cuando cantamos el Gloria, nos unimos a los coros celestiales, y reconocemos con gozo el señorío de Dios y la obra salvadora de Cristo.

2. Reconocemos a Cristo como Señor y Salvador

En el Gloria, proclamamos a Jesús como el Hijo de Dios, el Cordero que quita el pecado del mundo, el que está sentado a la derecha del Padre.
Es un acto de adoración y de fe cristológica, que centra nuestra mirada en quien es el centro de la liturgia: Cristo glorificado.

“A ti, Señor, la gloria, el poder y la alabanza por los siglos”
(Apocalipsis 5,13)

3. Una alabanza que brota del corazón agradecido

El Gloria no es una repetición mecánica. Es una oración que nos invita a elevar el alma y a reconocer los dones de Dios. Después de haber pedido perdón, ahora expresamos nuestro gozo por su misericordia y su grandeza.

“Alabaré al Señor mientras viva, cantaré salmos a mi Dios mientras exista”
(Salmo 146,2)

Pensamiento del día

Cuando el alma ha sido purificada por el perdón,
brota espontáneamente la alabanza.
El Gloria es el canto del redimido que reconoce la grandeza del Salvador.

Compromiso del día

La próxima vez que reces o cantes el Gloria en la Misa, hazlo con plena conciencia y con gozo interior.
Medita cada palabra. Adora, alaba, glorifica… ¡con el corazón lleno de gratitud!

Oración final

Gloria a ti, Señor, por tu inmenso amor.
Que mi vida sea una alabanza constante,
que no me canse de bendecirte,
que te reconozca en toda circunstancia como mi Salvador.
Te alabo, te bendigo, te adoro, te glorifico, y te doy gracias por tu inmensa gloria. Amén.

Frase para meditar

“El alma que ama a Dios no se cansa de alabarlo. Su alabanza se convierte en consuelo y fortaleza.”
San Francisco de Asís

Para profundizar hoy

Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2639

“La alabanza es la forma de oración que reconoce de modo más directo que Dios es Dios. Canta por Él mismo, le da gloria, más allá de lo que hace, porque Él es.”

La Imitación de Cristo, Libro III, cap. IV

“Alaba a Dios en todo momento, pues su misericordia es eterna. Cuando el alma canta su gloria, el enemigo huye y la paz reina en el corazón.”


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