04
AGO
2025

“Denles ustedes de comer”: entre la queja y la compasión, la esperanza se multiplica



Lunes de la XVIII Semana del Tiempo Ordinario – 4 de agosto de 2025
San Juan María Vianney, presbítero. Patrono de los párrocos.
Lecturas: Números 11,4-15 | Salmo 80 | Mateo 14,13-21

“Denles ustedes de comer”: entre la queja y la compasión, la esperanza se multiplica

Hoy, la liturgia de la Iglesia nos ofrece un banquete espiritual de profundo alimento, que nos permite ahondar en la realidad del ser humano, sus límites, y la infinita misericordia de Dios. Las lecturas del día, en el marco de la celebración de San Juan María Vianney, patrono de los párrocos, nos sitúan ante el misterio del hambre humana: el hambre material, el hambre del alma, el hambre de sentido. Y también nos colocan frente a la respuesta divina: compasión, escucha, y pan multiplicado.

1. Del desierto a la queja: el corazón humano en su fragilidad (Números 11,4-15)

El pueblo de Israel, liberado de Egipto y conducido por Dios en el desierto, expresa su insatisfacción. Los "extranjeros" que iban con ellos comenzaron a desear otros alimentos, y contagiaron al resto con sus lamentos: “¡Quién nos diera carne para comer!”. En esta queja se revela el drama de la memoria selectiva: se olvidan de la esclavitud y recuerdan solo los sabores de Egipto. El deseo desordenado y la nostalgia mal dirigida son capaces de hacer perder la orientación hacia la libertad.

Moisés, agobiado por la carga del pueblo, expresa con humanidad su cansancio ante Dios: “¿Por qué me tratas así? ¿Acaso yo concebí a este pueblo?”. Es el grito del pastor herido, del servidor de Dios desbordado. Pero incluso en su queja, Moisés dialoga con el Señor, no se encierra. Aquí comienza la esperanza: en la oración sincera, incluso cuando brota del cansancio.

Padres de la Iglesia como San Gregorio Magno comentan esta escena subrayando cómo Dios permite al justo experimentar la tribulación para purificar su amor y enseñar al pueblo a confiar en la providencia, no en los manjares de esclavitud.

2. Jesús y la multitud: la compasión que sacia (Mateo 14,13-21)

El Evangelio narra uno de los milagros más conmovedores de Jesús: la multiplicación de los panes. Jesús se retira a un lugar apartado, quizá buscando consuelo tras la muerte de Juan el Bautista. Pero las multitudes lo siguen. Y lejos de rechazarlas, “sintió compasión de ellas y curó a sus enfermos”. Esa compasión es la llave de todo el relato: Jesús ve el sufrimiento y responde, no con lamentos, sino con gestos concretos de amor.

Cuando los discípulos sugieren despedir a la gente por falta de alimento, Jesús los interpela: “Denles ustedes de comer”. No basta ver la necesidad, hay que actuar. Aunque los recursos humanos sean escasos –“sólo cinco panes y dos peces”–, puestos en las manos de Jesús, se multiplican. Esta es la pedagogía de Dios: lo poco se hace mucho si se entrega con fe.

Desde una lectura espiritual y eucarística, la multiplicación anticipa la institución de la Eucaristía. Jesús toma el pan, lo bendice, lo parte y lo da. Es el mismo gesto que repetirá en la Última Cena. Cada Eucaristía es un banquete donde Cristo sacia nuestra hambre más profunda.

3. San Juan María Vianney: el pan de la Palabra y el pan del perdón

Hoy celebramos a San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, modelo de sacerdote según el Corazón de Cristo. Su vida fue una continua entrega al servicio del pueblo, especialmente a través del confesionario y del altar. En tiempos de indiferencia religiosa, su testimonio encendió la fe. No tenía muchos recursos humanos, pero tenía el don de la oración, la penitencia y el ardor apostólico.

Decía: “El sacerdote no es para sí mismo, sino para los demás.” Él vivió, como Moisés, el peso del ministerio, y como Jesús, la compasión por las multitudes. Su vida fue pan partido para los demás.

4. Palabra que ilumina, Eucaristía que transforma, esperanza que renace

Hoy, en medio de las fatigas del camino y los clamores del mundo, el Señor nos invita a mirar con esperanza. Podemos estar cansados como Moisés, sentirnos sin recursos como los discípulos, o incluso frustrados por las exigencias del pueblo. Pero en cada situación, Dios se revela como el que provee, el que escucha, el que multiplica.

La Palabra de Dios nos recuerda que la queja nos cierra, pero la compasión nos abre a la esperanza. Y en la Eucaristía, Jesús sigue siendo el Pan vivo que se parte y reparte para la vida del mundo.

Una invitación concreta para esta semana

  • Pensamiento: ¿Me dejo consumir por las quejas o pongo mi cansancio en oración ante Dios como Moisés?
  • Sentimiento: Deseo crecer en compasión, como Jesús, para ver el sufrimiento de los demás y actuar.
  • Propósito: Esta semana, buscaré ser pan partido para alguien que tenga hambre: de compañía, de fe, de consuelo, de escucha. Que mis palabras y mis obras sean reflejo del amor de Dios.

 

Oración final

Señor Jesús,
que sientes compasión por las multitudes
y sacias con tu pan el hambre de los corazones,
enséñanos a mirar con tus ojos,
a dar con generosidad,
y a confiar en tu providencia.
Por intercesión de San Juan María Vianney,
haz de nosotros instrumentos de tu ternura.
Amén.

Evangelizando con esperanza, al servicio de la Palabra y el Pan de Vida.


Pbro. Alfredo Uzcátegui.


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