05
MAR
2025

Cuaresma: Camino de Conversión y Esperanza en el Año Jubilar



Cuaresma: Camino de Conversión y Esperanza en el Año Jubilar

Hoy, 5 de marzo de 2025, iniciamos el tiempo santo de la Cuaresma con la celebración del Miércoles de Ceniza, una jornada que nos abre las puertas a la conversión y a la renovación interior. En este año tan especial, marcado por la celebración del Año Santo 2025: Peregrinos de Esperanza, la Cuaresma cobra un significado aún más profundo: nos llama a caminar con un corazón dispuesto a redescubrir la misericordia de Dios y a renovar nuestra esperanza en el Evangelio de Cristo.

"Conviértanse a Mí de todo corazón" (Joel 2,12)

La Palabra de Dios hoy nos sitúa ante una invitación clara y urgente: "Conviértanse a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos" (Joel 2,12). Pero esta conversión no es solo un llamado al temor o al castigo, sino a la confianza en la bondad infinita de Dios: "Porque Él es compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en clemencia" (Joel 2,13).

Este tiempo de Cuaresma no es un tiempo de tristeza, sino de gracia, de renovación y de reconciliación. No se trata solo de dejar atrás el pecado, sino de abrirnos a la novedad de Dios. Su amor es más fuerte que nuestras debilidades, y su misericordia es infinita.

El verdadero ayuno, la oración y la limosna: Camino de esperanza

El Evangelio de San Mateo (6,1-6.16-18) nos da tres prácticas esenciales de la vida cristiana en la Cuaresma:

  • La limosna: No es solo dar cosas materiales, sino entregarnos con generosidad a los demás. En este Año Santo, estamos llamados a ser Peregrinos de Esperanza, llevando la luz de Cristo a quienes más lo necesitan.
  • La oración: Es el diálogo amoroso con Dios. En este tiempo, intensifiquemos nuestra oración, especialmente ante la Eucaristía y en comunidad, para redescubrir el gozo de su presencia en nuestras vidas.
  • El ayuno: No es simplemente abstenerse de alimentos, sino aprender a despojarnos de aquello que nos aparta de Dios, de los egoísmos, del ruido del mundo, para escuchar su voz con más claridad.

"Ahora es el tiempo favorable" (2 Corintios 6,2)

San Pablo nos recuerda que "ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación" (2 Cor 6,2). No dejemos pasar esta oportunidad. No esperemos a otro momento para volver al Señor. Hoy es el día para renovar nuestra fe, para reconciliarnos con Dios y con nuestros hermanos, para volver a empezar con un corazón nuevo.

La Cuaresma nos prepara para la Pascua: Vivamos la Semana Santa en nuestra parroquia

La Cuaresma no es un fin en sí misma, sino un camino que nos conduce a la Pascua, la gran celebración de la victoria de Cristo sobre la muerte. Durante estas semanas, nos preparamos para vivir la Semana Santa, que no es solo un tiempo litúrgico, sino una invitación a estar comprometidos en familia, viviendo este tiempo de gracia, conversión y santificación que la misericordia de Dios nos concede.

El deber ser de la Cuaresma es volver al Señor con un corazón sincero, caminando en comunidad, fortaleciendo nuestra fe y renovando nuestro compromiso cristiano.

El deber ser de la Semana Santa es estar en nuestra parroquia, viviendo cada día nuestro discipulado en comunión con los hermanos, unidos a nuestro Maestro y Señor, Jesucristo. No podemos vivir la Semana Santa como una simple tradición o como unos días de descanso, sino como el tiempo central de nuestra fe, donde acompañamos a Cristo en su pasión, muerte y resurrección.

Por ello, como familia parroquial, estamos llamados a vivir intensamente cada uno de los momentos de la Semana Santa:

  • Domingo de Ramos: Recibir con alegría a Cristo, el Rey que viene a salvarnos.
  • Jueves Santo: Acompañar a Jesús en la Última Cena, en el don de la Eucaristía y el servicio fraterno.
  • Viernes Santo: Contemplar el misterio de la Cruz, donde Cristo nos redime con su amor infinito.
  • Sábado Santo y Vigilia Pascual: Esperar con fe la Resurrección, la victoria definitiva sobre la muerte y el pecado.
  • Domingo de Pascua: Celebrar la alegría de Cristo resucitado, el centro de nuestra vida cristiana.

Viviendo la Cuaresma como Peregrinos de Esperanza

El Papa Francisco nos invita a vivir este Año Santo 2025 con el lema "Peregrinos de Esperanza". En este espíritu, la Cuaresma se convierte en una peregrinación interior:

  • Una peregrinación hacia la misericordia: Volver a Dios con confianza, sin miedo, sabiendo que su amor nos restaura y nos da un nuevo comienzo.
  • Una peregrinación de reconciliación: Acercarnos al sacramento de la confesión con un corazón sincero, recibiendo el abrazo del Padre que nos espera.
  • Una peregrinación de servicio: Salir de nosotros mismos y servir con alegría, especialmente a los más necesitados.
  • Una peregrinación de esperanza: Vivir esta Cuaresma con los ojos puestos en la Pascua, recordando que la cruz no es el final del camino, sino el paso hacia la Resurrección.

Un signo de ceniza, un compromiso de amor

Al recibir la ceniza en nuestra frente hoy, no es solo un símbolo de fragilidad humana, sino un signo de esperanza y renovación. Nos recuerda que, aunque somos polvo, somos polvo amado por Dios, y Él tiene un futuro de vida y de gloria para nosotros.

En este tiempo de gracia, dejémonos tocar por la misericordia del Señor, caminemos con fe y esperanza, y preparemos nuestros corazones para celebrar, con alegría, la victoria de Cristo Resucitado.

Compromiso para esta Cuaresma en el Año Santo Jubilar

  1. Acercarme al sacramento de la reconciliación y recibir el perdón con confianza.
  2. Dedicar más tiempo a la oración diaria y meditar la Palabra de Dios.
  3. Practicar la caridad de manera concreta, ayudando a quienes más lo necesitan.
  4. Vivir la Cuaresma con alegría y esperanza, recordando que la meta es la Pascua.
  5. Participar activamente en la Semana Santa en nuestra parroquia, con espíritu de comunidad y compromiso de fe.

Que María Santísima, Madre de la Esperanza, nos guíe en este camino cuaresmal, y que el Espíritu Santo nos fortalezca para vivir con fe y entrega este tiempo de gracia.

¡Ánimo! Hoy comenzamos un nuevo camino con Cristo. ¡Él nos espera con los brazos abiertos!


 


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