24
ABR
2025

Cristo Resucitado nos sana, nos envía y nos llena de esperanza



Jueves de la Octava de Pascua – 24 de abril de 2025
“¡Qué admirable, Señor, ¡es tu poder!” (Salmo 8)
Cristo Resucitado nos sana, nos envía y nos llena de esperanza

Lecturas litúrgicas del día:
Hechos de los Apóstoles 3,11-26
Salmo 8 – “¡Qué admirable, Señor, ¡es tu poder! Aleluya”
Evangelio según san Lucas 24,35-48

“Ustedes son testigos de esto” (Lc 24,48).
Con estas palabras de Jesús resucitado, la Iglesia recibe su misión: ser testigo viva de la victoria del Amor sobre la muerte. En este Jueves de la Octava de Pascua, la Palabra de Dios nos invita a contemplar el misterio del Resucitado que se hace presente, sana nuestras heridas, abre nuestro entendimiento y nos envía al mundo con la paz en el corazón y la alegría del Evangelio en los labios.

1. Pedro y la pedagogía del amor misericordioso

La primera lectura de los Hechos de los Apóstoles nos sitúa nuevamente en el pórtico del Templo, donde la multitud corre asombrada tras la curación del paralítico. Pedro aprovecha el momento para anunciar con fuerza y claridad que no fue su poder personal, sino la fe en Jesucristo resucitado la que ha obrado el milagro. Con admirable pedagogía, Pedro no condena, sino que abre un camino de conversión: “Lo hicieron por ignorancia… pero Dios ha cumplido así lo que había predicho: que su Mesías tenía que padecer”.

Aquí encontramos una clave profunda para nuestra predicación pascual: la misericordia de Dios es siempre mayor que nuestro pecado. No se trata de negar la culpa, sino de abrir las puertas al arrepentimiento, a la restauración, a la gracia. En este Año Jubilar, este anuncio debe resonar con fuerza: ¡la historia no está cerrada para nadie! Siempre se puede comenzar de nuevo con Dios.

2. “¡Qué admirable es tu poder en toda la tierra!”

El Salmo 8 eleva nuestra mirada al misterio de la creación y a la dignidad del ser humano. A pesar de su pequeñez, el hombre ha sido coronado de gloria y honor, constituido administrador de la obra de Dios. Este cántico de alabanza nos recuerda que la Resurrección de Cristo no sólo redime al hombre, sino que renueva todo el universo. En la Pascua, la creación canta al Resucitado, y la Iglesia se convierte en el nuevo Edén donde florece la vida nueva.

Vivamos este Año Santo como guardianes de la vida, promotores de la paz, defensores de la dignidad humana y cuidadores de la casa común. La alabanza del salmista se hace misión para nosotros: proclamar la belleza de Dios en la obra de sus manos y en el rostro de cada persona.

3. “La paz esté con ustedes”: encuentro, comprensión y envío

El Evangelio de san Lucas nos coloca en el corazón del Cenáculo. Los discípulos, aún conmocionados por los sucesos pascuales, experimentan el gozo y el desconcierto. Jesús se hace presente con su saludo de paz, mostrando sus llagas gloriosas y comiendo con ellos. No se impone, no reprende con dureza. Se revela con amor, fortalece su fe y abre su mente para comprender las Escrituras.

Luego los envía: “Ustedes son testigos de esto”. Hoy también el Señor nos visita con su paz, y nos invita a renovar nuestro compromiso con el Evangelio. La Pascua no es sólo celebración litúrgica, sino estilo de vida, apertura al prójimo, valentía misionera, búsqueda del Reino. Cristo nos quiere testigos de la esperanza, especialmente en este momento en que la Iglesia se une en oración por el alma del Papa Francisco, cuyo funeral será este sábado 26 de abril a las 10:00 a.m. en la Plaza de San Pedro. Su vida entregada, sus gestos de ternura, su opción preferencial por los pobres y su constante llamado a la fraternidad universal serán parte viva de su legado.

Elementos para vivir este Año Santo Jubilar de la Esperanza:

  • Confesarse con humildad y abrirse a la gracia de la misericordia.
  • Visitar templos jubilares, rezar por el Papa y por la Iglesia universal.
  • Realizar obras de caridad y participar en misiones de fe.
  • Profundizar en la Palabra, especialmente en la Lectio divina comunitaria.
  • Orar por la elección del nuevo Sucesor de Pedro, confiando en la acción del Espíritu Santo.

San Fidel de Sigmaringa: Mártir de la verdad y la caridad

Hoy celebramos la memoria de San Fidel de Sigmaringa, sacerdote capuchino nacido en Alemania en 1578 y martirizado en Suiza en 1622. Abogado antes de ser religioso, se entregó por completo a la predicación del Evangelio en tiempos de fuertes tensiones religiosas. Fue asesinado mientras predicaba en defensa de la fe católica, ofreciendo su vida como testimonio de amor y fidelidad a Cristo.

Su lema era: “La fe sin la caridad no puede salvar; la caridad sin la fe no tiene fundamento.”
Un ejemplo luminoso para los cristianos de hoy, llamados a defender la verdad con amor, sin violencia ni odio, y a entregar la vida con alegría por Cristo y su Iglesia.

Oración final

Señor Jesús,
que te hiciste presente entre tus discípulos para devolverles la paz y el coraje,
manifiéstate hoy también entre nosotros,
sana nuestras heridas, abre nuestra mente,
y haznos testigos vivos de tu Resurrección.
Que este Año Santo Jubilar nos encuentre en camino,
con los ojos puestos en Ti y el corazón abierto al mundo.
Amén.

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado! ¡Aleluya!
Vayamos con alegría y esperanza: somos testigos de la Pascua.


 

 


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