Lunes III de Adviento: La Esperanza que Guía Nuestros Pasos
Santa Adela
En este tercer lunes de Adviento, la liturgia nos invita a caminar como peregrinos de esperanza hacia el cumplimiento de las promesas de Dios. A la luz de las lecturas de hoy, reflexionamos sobre la fidelidad de Dios, su plan de salvación y la necesidad de abrirnos al misterio de su presencia en nuestra vida cotidiana.
Primera Lectura: Números 24, 2-7.15-17
El relato del profeta Balaam nos presenta una visión profética cargada de esperanza: "Una estrella se levanta de Jacob, un cetro surge de Israel". Esta imagen apunta al cumplimiento de la promesa mesiánica, un anticipo de la venida de Cristo, luz para las naciones y guía para los pueblos. Balaam, a pesar de ser un extranjero, es instrumento de Dios para anunciar su plan. Este texto nos recuerda que Dios actúa de maneras inesperadas, utilizando incluso lo que parece estar fuera de su designio para realizar su voluntad.
La Iglesia, en su magisterio, nos enseña que Jesús es el cumplimiento de esta profecía (Catecismo de la Iglesia Católica, 528). Él es la estrella que guía nuestro caminar, especialmente en este tiempo de Adviento, cuando nos preparamos para celebrar su primera venida y renovamos nuestra esperanza en su retorno glorioso.
Salmo 24: "Descúbrenos, Señor, tus caminos"
El salmista nos invita a clamar al Señor para que nos enseñe sus caminos y nos guíe por sus sendas. Este salmo es una oración de confianza y abandono en Dios, quien nunca defrauda a quienes se acercan a Él con humildad y fe. En el contexto del Adviento, este salmo se convierte en una súplica para que Dios nos prepare el corazón y nos enseñe a vivir conforme a su voluntad.
Evangelio: Mateo 21, 23-27
En el Evangelio, Jesús confronta a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos que cuestionan su autoridad. En lugar de responder directamente, Jesús los desafía a reflexionar sobre su propia falta de apertura al mensaje de Juan el Bautista. Este pasaje nos invita a examinar nuestra disposición a reconocer la acción de Dios en nuestras vidas. ¿Estamos abiertos a su voz, o nuestra soberbia y autosuficiencia nos ciegan?
El Papa Francisco nos recuerda que la verdadera autoridad proviene del servicio y la fidelidad a la voluntad de Dios (Homilía, 19 de marzo de 2013). En este tiempo de Adviento, estamos llamados a dejar que Cristo reine en nuestro corazón, guiándonos con la autoridad de su amor.
"La estrella que surge de Jacob es Cristo, nuestra luz. En Él encontramos el camino, la verdad y la vida."
Renovemos la esperanza en el corazón, confiando en que Dios siempre cumple sus promesas y nos guía hacia su Reino con amor y misericordia.
Visualicemos una estrella luminosa en un cielo oscuro, guiando a un grupo de peregrinos por un sendero seguro. Esta estrella representa a Cristo, quien ilumina nuestras vidas con su gracia y nos lleva a la plenitud de la comunión con Dios.
- En este Adviento, dedica un tiempo diario a la oración con el Salmo 24, pidiendo a Dios que te descubra sus caminos. Realiza un acto concreto de servicio o caridad, siendo luz para los demás como reflejo de la estrella de Cristo.
- Participa activamente en las celebraciones de la parroquia y, si es posible, en una peregrinación local como preparación para el Jubileo del 2025, bajo el lema "Peregrinos de la Esperanza".
Preparación para el Jubileo 2025
El Jubileo que iniciaremos el 24 de diciembre de 2024 es una invitación a renovar nuestra vida en Cristo. Como Iglesia, estamos llamados a caminar juntos, fortalecidos por la fe, la esperanza y la caridad. Este tiempo de Adviento nos prepara para este gran acontecimiento, recordándonos que somos peregrinos en esta vida, guiados por la estrella de Cristo hacia la plenitud de la vida eterna.
Santa Adela Nace en el año 931 en la península Itálica, y el destino le lleva a convertirse en emperatriz, casada con el rey Lotario. Ya madre, queda viuda con dieciocho años. En su segundo matrimonio, también regio, sufre la cárcel y el destierro. Regente emperatriz, retoma funciones de mando en tiempos de Otón III. Ahora muestra con sus obras lo muerta que estaba para sí misma y que la anterior piedad, la de toda su vida, fue un asunto sincero. La emperatriz se dedica a hacer el bien. Protege, socorre y consuela a los necesitados. Considera el poder como una carga para ella y un servicio para el bien del pueblo. No es injusta, ni vengativa con quienes le injuriaron en tiempo pretérito. Muestra esmero infatigable en las tareas de gobierno. Reza, se mortifica y expía por los pecados de su pueblo. Muere a las puertas del segundo milenio, en el año 999.
Que Santa Adela, ejemplo de fe y caridad, interceda por nosotros en este tiempo de espera activa, para que podamos recibir a Cristo con un corazón humilde y lleno de esperanza. ¡Ánimo, hermanos, el Señor viene y su luz nos guía!
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