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ENE
2025

Confiar en Dios y Sembrar el Bien: La Lección de San Juan Bosco

Confiar en Dios y Sembrar el Bien: La Lección de San Juan Bosco


San Juan Bosco: Maestro de Esperanza y Evangelizador del Futuro
Viernes de la III Semana del Tiempo Ordinario - 31 de enero de 2025
Memoria Obligatoria de San Juan Bosco, Presbítero

El camino de la fe nos invita constantemente a renovar nuestra confianza en el Señor, a perseverar en medio de las dificultades y a proyectarnos con esperanza hacia el futuro. En este espíritu, la liturgia de hoy nos presenta tres grandes pilares de nuestra vida cristiana: la perseverancia en la fe (Hebreos 10, 32-39), la certeza de que Dios sostiene a los justos (Salmo 36) y el dinamismo del Reino de Dios que crece de manera misteriosa pero certera (Marcos 4, 26-34). En esta misma línea, celebramos la memoria de San Juan Bosco, un sacerdote cuya vida fue un testimonio de esperanza y entrega a la juventud. Su amor por la Eucaristía y por la Virgen María Auxiliadora nos ofrece una escuela de santidad y misión que ilumina nuestro caminar en este Año Jubilar, "Peregrinos de Esperanza".


1. La perseverancia en la fe: Un camino de confianza y fidelidad

La carta a los Hebreos nos recuerda la importancia de la perseverancia: «No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene una gran recompensa» (Hb 10, 35). Esta exhortación resuena en la vida de San Juan Bosco, quien enfrentó múltiples desafíos en su misión educativa y evangelizadora. Desde joven, comprendió que la santidad se forja en la fidelidad cotidiana, en la confianza absoluta en la Providencia y en el amor entregado sin reservas.

En nuestro camino de fe, también experimentamos momentos de lucha, de incertidumbre y de prueba. Sin embargo, el testimonio de San Juan Bosco nos anima a no retroceder, sino a avanzar con determinación: «Nosotros no somos de los que se retiran para su perdición, sino hombres de fe para la salvación del alma» (Hb 10, 39). En este Jubileo 2025, estamos llamados a renovar nuestra fe con valentía, a ser testigos de Cristo en un mundo que necesita esperanza.


2. La salvación del justo viene del Señor

El Salmo 36 nos recuerda que Dios no abandona a quienes confían en Él: «La salvación del justo es el Señor; él es su refugio en el peligro». San Juan Bosco vivió esta certeza. En los momentos más difíciles, cuando faltaban recursos para sostener su obra educativa, confió en la providencia divina. Su amor inquebrantable a Dios le permitió afrontar las dificultades con alegría, convencido de que la bondad y la justicia del Señor sostienen a quienes lo aman.

Hoy, en nuestra vida cotidiana, podemos aprender de su testimonio: confiar más en Dios, superar el miedo y cultivar una actitud de entrega generosa. La verdadera justicia no se basa en las seguridades humanas, sino en la fidelidad a Dios y en la caridad hacia los hermanos.


3. El Reino de Dios crece en lo pequeño y con paciencia

El Evangelio de hoy (Mc 4, 26-34) nos ofrece dos parábolas sobre el Reino de Dios: la semilla que crece sin que el sembrador sepa cómo, y el grano de mostaza que, aunque pequeño, se convierte en un gran arbusto. Estas imágenes nos enseñan que el Reino de Dios se desarrolla de manera silenciosa pero segura, y que nuestra tarea es sembrar con fe y paciencia.

San Juan Bosco entendió bien esta enseñanza. Su labor con los jóvenes no buscaba frutos inmediatos, sino una formación integral que diera fruto a su tiempo. Sembró valores evangélicos en sus muchachos, con la certeza de que Dios haría crecer la semilla. Su pedagogía se basaba en la razón, la religión y el amor, confiando siempre en el poder transformador de la gracia.

Este Jubileo nos llama a ser sembradores de esperanza en nuestro entorno: en nuestras familias, en nuestras comunidades, en el mundo del trabajo. No importa cuán pequeños sean nuestros esfuerzos; en las manos de Dios, todo cobra sentido y da fruto en su tiempo.


4. Lecciones de San Juan Bosco para nuestro tiempo

San Juan Bosco nos deja enseñanzas que podemos aplicar en nuestra vida cristiana:

  • Confianza total en Dios: En tiempos de incertidumbre, debemos aprender a abandonarnos en sus manos, como lo hizo Don Bosco.
  • Educación con amor: La formación en valores, el acompañamiento y la cercanía son esenciales para transformar vidas.
  • Optimismo cristiano: La esperanza es clave. Don Bosco decía: «Estad siempre alegres», porque la alegría es signo de una vida confiada en Dios.
  • Amor a los jóvenes: Apostemos por la educación de las nuevas generaciones, transmitiéndoles valores que los lleven a una vida plena.

5. Amor a la Eucaristía y a la Virgen María Auxiliadora

Dos pilares de la espiritualidad de San Juan Bosco fueron la devoción a la Eucaristía y a la Virgen María Auxiliadora. Él inculcó en sus jóvenes el amor a la Misa y a la adoración, pues comprendía que en la Eucaristía encontramos la fuerza para la vida cristiana. También promovió con fervor la devoción a la Virgen, confiando en su protección maternal.

En este Jubileo 2025, se nos invita a redescubrir la centralidad de la Eucaristía y a renovar nuestro amor por María. Como Don Bosco, acudamos a ella con confianza filial, sabiendo que nos conduce siempre a su Hijo.


Peregrinos de esperanza, sembradores del Reino

San Juan Bosco fue un auténtico peregrino de esperanza. Su vida fue un testimonio de fe en acción, de amor comprometido con los más necesitados, de confianza inquebrantable en Dios. En este Año Jubilar, su ejemplo nos impulsa a mirar el futuro con optimismo, a sembrar semillas de bien en nuestro entorno y a confiar en la acción silenciosa pero poderosa del Reino de Dios.

Que, por su intercesión, podamos vivir con alegría nuestra vocación cristiana, construyendo un mundo más justo y fraterno, sostenidos por la Eucaristía y bajo el amparo maternal de María Auxiliadora.

San Juan Bosco, ruega por nosotros.

 


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