04
OCT
2025

Con San Francisco, custodios de la creación y hermanos de todos



Sábado 4 de octubre de 2025

Jubileo del Mundo Misionero y de los Migrantes
Semana XXVI del Tiempo Ordinario

Hoy la Iglesia celebra con gozo la memoria de San Francisco de Asís, el poverello que con su vida sencilla, su amor por Cristo pobre y crucificado, y su fraternidad universal con toda criatura, se convirtió en testigo luminoso de la paz y la esperanza. En este día, además, concluimos dos caminos que se han entrelazado providencialmente: el Jubileo del Mundo Misionero y de los Migrantes y la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que se inició en septiembre bajo el lema “Semillas de paz y esperanza”.

La liturgia de la Palabra ilumina este momento de gracia. El profeta Baruc (4,5-12.27-29) dirige a Israel un mensaje de consuelo: “Ánimo, pueblo mío, el que os dio la desgracia os traerá también el gozo eterno”. Dios no abandona a los suyos; incluso en el dolor y el destierro, Él abre un horizonte de regreso, de reconciliación y de vida nueva. Este mensaje resuena hoy en los migrantes que han debido abandonar sus tierras, en los pobres y en quienes sufren injusticias: Dios camina con ellos y los invita a mantener la esperanza. El salmo 68 nos recuerda que “el Señor jamás desoye al pobre”; su clamor llega al cielo y, a través de la solidaridad de los creyentes, se convierte en semilla de justicia y de paz.

El Evangelio (Lc 10,17-24) nos muestra a los setenta y dos discípulos que regresan alegres de la misión: han vencido en el nombre de Jesús, han visto caer el mal, han experimentado que el poder de Dios sostiene a los pequeños. Jesús les invita a alegrarse no tanto por el éxito, sino porque sus nombres están escritos en el cielo. Esta es la verdadera alegría misionera: saberse amados, escogidos y enviados por el Señor. A los migrantes y a quienes los acogen, este Evangelio les anuncia que la misión de la Iglesia es caminar juntos, construir puentes y reconocer que cada persona lleva inscrita en su corazón la dignidad de hijo de Dios.

Celebrar a San Francisco de Asís en este contexto es providencial. Él nos recuerda que la misión es fraternidad, que la pobreza evangélica libera de las cadenas del egoísmo y abre el corazón a la acogida. Su canto a las criaturas nos inspira hoy a custodiar la casa común con amor agradecido. Culminamos, pues, este tiempo de oración por la creación con la certeza de que sembrar paz y esperanza comienza en gestos concretos: cuidar de la tierra, proteger la vida, defender a los pobres y acoger a los migrantes como hermanos.

En este mes de octubre, mes del Santo Rosario y de las Misiones, elevamos nuestra oración a la Virgen María, Reina de las Misiones, para que nos enseñe a rezar con fe y a vivir con audacia el envío de Cristo. El Rosario, con su sencillez contemplativa, nos ayuda a mirar el mundo con los ojos de María y a dejarnos transformar por los misterios de la vida de su Hijo.

Hoy concluiremos la Santa Misa de las cinco de la tarde en nuestra parroquia con un gesto sencillo pero profundo: la Bendición de las Mascotas, signo de nuestra comunión con toda criatura. Como San Francisco que llamaba hermanos al sol, al lobo y a los pájaros, también nosotros queremos reconocer que toda la creación alaba a Dios y que los animales, compañeros de nuestra vida, son también parte de este canto. En el atrio de nuestra parroquia, en el área del estacionamiento, elevaremos una oración especial pidiendo que el Señor bendiga a nuestras mascotas y nos enseñe a vivir en paz, respeto y cuidado de toda vida.

Que este Jubileo del Mundo Misionero y de los Migrantes nos renueve en la certeza de que la fe nos impulsa a abrir caminos, la esperanza nos sostiene en la prueba y la caridad nos convierte en artesanos de fraternidad universal. Con San Francisco de Asís, con la fuerza de la Palabra y la guía de María, sembramos hoy semillas de paz y esperanza para el futuro.

 Pbro. Alfredo José Uzcátegui.


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