Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva sobre sus hombros el imperio y su nombre será Ángel del gran consejo. Is 9,6.
Día Séptimo dentro de la Octava de Navidad
31 de diciembre de 2024: último día del año civil
Queridos hermanos en Cristo,
Hoy, al celebrar el séptimo día dentro de la Octava de Navidad y despedir el año civil 2024, la liturgia nos invita a reflexionar con gratitud y esperanza. Este día es una ocasión propicia para mirar hacia atrás con corazón agradecido y hacia adelante con fe renovada, iluminados por la Palabra de Dios.
Reflexión sobre las lecturas del día
Primera Carta del Apóstol San Juan 2,18-21
San Juan nos habla de los “anticristos” que surgen en el mundo, pero también nos recuerda que quienes permanecen en Cristo tienen la unción del Espíritu Santo, que nos lleva a la verdad. Este mensaje nos desafía a discernir los caminos que nos alejan de Dios y a reafirmar nuestra identidad como hijos de la luz. El año que concluye puede haber traído retos y confusión, pero la verdad de Cristo permanece como faro seguro.
Salmo 95
“Alégrense los cielos y la tierra.” Este salmo es un canto de alabanza a la fidelidad de Dios. Nos invita a celebrar la gloria del Señor que gobierna con justicia y amor. Al cerrar el año, este canto nos recuerda que todo lo creado proclama la grandeza de Dios, y nosotros estamos llamados a unirnos a esa alabanza.
Evangelio según San Juan 1,1-18
El Prólogo del Evangelio de San Juan nos lleva al misterio profundo de la Encarnación: “En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.” Este pasaje nos invita a contemplar la luz verdadera que ilumina a todo hombre y que no puede ser extinguida por las tinieblas. En Cristo, la Palabra hecha carne, encontramos la plenitud de la gracia y la verdad.
El tiempo es un regalo de Dios, y cada instante está impregnado de su amor. Al cerrar este año, recordemos que en Cristo somos nuevas criaturas. La luz de la Palabra nos invita a caminar como peregrinos de esperanza hacia el Jubileo de 2025, con corazones abiertos a la acción del Espíritu Santo.
Gratitud y esperanza. Agradezcamos a Dios por los momentos de alegría y también por los retos que nos han fortalecido. Abracemos el futuro con esperanza, confiando en que el Señor camina con nosotros.
Imaginemos una vela encendida en medio de la oscuridad. Esa luz simboliza a Cristo, la Palabra hecha carne, que ilumina nuestras vidas. Aunque el mundo pueda parecer incierto, la luz de Cristo nunca se apaga.
Hoy, hagamos un acto concreto de reconciliación y esperanza. Puede ser un examen de conciencia agradecido, una llamada para restaurar una relación, o un compromiso para comenzar el año con una actitud renovada de servicio y amor. Participemos en la Eucaristía, entregando al Señor nuestro pasado, presente y futuro.
Viviendo el Jubileo: Peregrinos de Esperanza
El Jubileo de 2025 nos invita a ser testigos de esperanza en un mundo que necesita redescubrir la luz de Cristo. Preparémonos con corazones abiertos, viviendo la misericordia, la unidad y el compromiso con los más necesitados. Que cada paso en este nuevo año sea un signo de nuestra fe viva y nuestra esperanza activa.
Concluyamos este año con corazones llenos de alabanza y confianza, proclamando junto al salmista: “El Señor reina, alégrense los cielos y la tierra.” Que la bendición del Niño Dios nos acompañe hoy y siempre.
¡Feliz y bendecido 2025!
En Cristo,
P. Alfredo Uzcátegui.
Aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. A todos los que lo recibieron les concedió poder llegar aser hijos de Dios. Jn 1,14.12
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