Jueves 10 de julio de 2025 –
XIV Semana del Tiempo Ordinario
"Caminar con esperanza: perdón, misión y redención"
Lecturas: Génesis 44,18-21.23b-29; 45,1-5 – Salmo 104 – Mateo 10,7-15
Año Santo Jubilar – Mes de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo –
Memoria de San Pedro Vincioli
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
En este jueves del Tiempo Ordinario, la Palabra de Dios nos ofrece una enseñanza luminosa para nuestra vida cristiana. En el contexto del Año Santo Jubilar, donde se nos invita a ser peregrinos de esperanza, y dentro del Mes dedicado a la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, esta liturgia nos habla de reconciliación, fidelidad y misión evangelizadora.
I. La herida que se transforma en puente: el perdón de José (Génesis 44 y 45)
En la primera lectura, vemos a José revelándose a sus hermanos, quienes en el pasado lo habían vendido por envidia. En lugar de venganza, José opta por el camino del perdón y les dice:
“No se inquieten ni se reprochen el haberme vendido, pues fue para salvar vidas que Dios me envió delante de ustedes” (Gén 45,5).
Esta actitud de José es un verdadero anticipo del Evangelio, un espejo del corazón misericordioso del Padre. José no niega el mal, pero lo redime con amor. Así también actúa Cristo con nosotros: en lugar de condenarnos, derramó su Sangre preciosa para salvarnos y reconciliarnos con el Padre.
En este Año Santo, estamos invitados a atravesar la Puerta Santa del perdón, no sólo recibiéndolo en el Sacramento de la Reconciliación, sino dándolo generosamente en nuestras familias, comunidades, parroquias y lugares de trabajo. El perdón es liberador, sanador y redentor.
II. Recordar para alabar: el salmo 104
El salmista nos invita a hacer memoria agradecida de los prodigios del Señor:
“Recordemos los prodigios del Señor” (Sal 104,5a).
La espiritualidad bíblica y la liturgia siempre nos conducen a la memoria de la acción de Dios en la historia. En este mes de julio, hacemos memoria viva del don infinito de la Preciosa Sangre de Cristo, derramada por amor a nosotros. Cada gota es un testimonio de su fidelidad y su presencia constante en nuestra vida, incluso en los momentos más oscuros.
Por eso, este día es una oportunidad para que cada uno de nosotros haga un inventario espiritual de gratitud: ¿cuáles son los prodigios del Señor en mi historia? ¿Dónde he visto su fidelidad? ¿Cómo puedo testimoniar esa acción salvadora a los demás?
III. La misión no es opcional: es parte del ser cristiano (Mateo 10,7-15)
En el Evangelio, Jesús envía a sus discípulos a predicar:
“Vayan y proclamen que el Reino de los Cielos está cerca”.
Este envío no es sólo para los Doce, sino para cada bautizado. El Año Jubilar nos llama a ser Iglesia en salida, discípulos-misioneros que anuncian con alegría, sin miedo, que Dios está cerca, que nos ama, que la vida puede ser distinta si se camina con Él.
Jesús no nos promete comodidad, pero sí compañía. Nos da el poder de curar, liberar y llevar paz, pero también nos prepara para el rechazo. Y nos pide desprendimiento:
“Gratis lo recibieron, denlo gratis”.
En un mundo que compra y vende todo, Jesús nos recuerda que la fe, la gracia y el perdón son dones. Por eso, no podemos guardarlos: debemos anunciar el Evangelio con generosidad, con creatividad y con compasión.
IV. Vivamos el Año Santo con espíritu de reconciliación y misión
Este día es una invitación a:
Como enseñó san Pedro Vincioli —cuya memoria celebramos hoy—: "La verdadera libertad no está en hacer lo que uno quiere, sino en entregarse totalmente a la voluntad de Dios con fe y humildad." Él, que vivió el perdón, la caridad y la firmeza en la fe, nos inspira hoy a dar ese paso de fe.
Pensamiento para el día
El perdón transforma el pasado, la fe ilumina el presente, y la misión abre caminos hacia el futuro.
Sentimiento del corazón
Hoy quiero pedir la gracia de perdonar como José, de recordar los milagros como el salmista, y de anunciar el Reino como los discípulos.
Propósito concreto
Hoy oraré por alguien que me ha herido. Me reconciliaré si es posible. Y compartiré una palabra de esperanza con alguien que esté desanimado.
Que la Preciosa Sangre de Cristo nos lave, nos renueve y nos impulse a ser sembradores de paz. Amén.
Parroquia de Santa Ana y San
Joaquín
Año Santo Jubilar 2025 – Peregrinos de la esperanza
Pbro. Alfredo Uzcátegui
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