En medio de la Iglesia abrió su boca, y el Señor lo llenó del espíritu de sabiduría, y lo revistió de gloria. Si 15,5
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad: El legado de Santo Tomás de Aquino
Hoy, 28 de enero, celebramos la memoria de Santo Tomás de Aquino, presbítero y Doctor de la Iglesia, una de las figuras más destacadas en la historia de la teología y la filosofía cristiana. Tomás nació en 1225 en Roccasecca, Italia, en una familia noble. A lo largo de su vida, se dedicó al estudio profundo de la fe y la razón, dejando un legado que sigue influyendo en la Iglesia hasta el día de hoy. Fue canonizado en 1323 por el Papa Juan XXII y proclamado Doctor de la Iglesia en 1567 por el Papa Pío V. Además, en 1879, el Papa León XIII lo declaró patrono de todas las universidades católicas.
Santo Tomás es conocido principalmente por su obra más influyente, la Summa Theologiae, un compendio exhaustivo de la teología cristiana que sigue siendo una referencia esencial para el estudio de la fe. A través de su enfoque de la razón y la fe, Santo Tomás mostró cómo ambas pueden coexistir y complementarse, abriendo caminos para un entendimiento más profundo de los misterios divinos.
En su vida, Tomás de Aquino vivió con una profunda devoción a la voluntad de Dios y una búsqueda constante de la verdad, lo cual nos invita a imitar. Su humildad y dedicación al estudio nos muestran que la vida de fe no es solo una cuestión de emociones o devoción personal, sino también de reflexión intelectual y discernimiento espiritual. Como él mismo dijo: “La fe no destruye la razón, sino que la perfecciona”. Esta visión nos anima a integrar la fe con nuestras vidas cotidianas, buscando siempre la verdad de Dios en todas las áreas del conocimiento.
La Carta a los Hebreos: El sacrificio perfecto de Cristo
En la lectura de la Carta a los Hebreos (10,1-10), se nos presenta la distinción entre los sacrificios del Antiguo Testamento, que eran solo sombras de lo que estaba por venir, y el sacrificio perfecto de Cristo. El autor nos recuerda que la ley, con sus sacrificios repetidos, no puede llevar a la perfección a los que se acercan a Dios. Sin embargo, Cristo, al ofrecerse a sí mismo como sacrificio único, ha cumplido la voluntad de Dios y ha redimido a la humanidad.
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre el sacrificio de Jesús, que no solo fue un acto histórico, sino una acción trascendental que tiene efectos eternos. El sacrificio de Cristo, al ser el cumplimiento perfecto de la voluntad de Dios, nos abre el camino hacia la salvación. Nos llama a vivir con esperanza, sabiendo que, a través de la cruz, Cristo nos ha liberado del pecado y nos ha reconciliado con el Padre. En el contexto del Jubileo Peregrinos de Esperanza, este sacrificio nos recuerda que somos peregrinos en este mundo, pero con la certeza de que nuestro destino final es la comunión eterna con Dios, gracias al sacrificio de Cristo.
El Salmo 39: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad"
El Salmo 39, que acompaña nuestra reflexión de hoy, resuena como una respuesta a la invitación de Dios. El salmista, al decir "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad", expresa una actitud de entrega total a la voluntad divina. Esta actitud es la misma que Cristo asumió al venir al mundo, como nos recuerda la Carta a los Hebreos. Al igual que Cristo, estamos llamados a vivir en obediencia a la voluntad de Dios, confiando en que Su plan para nosotros es siempre el mejor.
En el contexto de la vida cristiana, este salmo nos invita a escuchar la voz de Dios en nuestras vidas y a responder con generosidad. Vivir el Jubileo Peregrinos de Esperanza es una oportunidad para renovar nuestra disposición a hacer la voluntad de Dios, para seguir a Cristo y ser testigos de Su amor en el mundo. Al igual que Santo Tomás de Aquino, quien dedicó su vida a la búsqueda de la verdad y la voluntad de Dios, nosotros también estamos llamados a vivir con esa misma pasión por hacer la voluntad de Dios en nuestras vidas.
El Evangelio según San Marcos: La verdadera familia de Dios
En el Evangelio de San Marcos (3,31-35), vemos cómo Jesús redefine lo que significa ser parte de la familia de Dios. Cuando se le informa que su madre y sus hermanos lo buscan, Jesús responde: "¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Los que hacen la voluntad de Dios, esos son mis hermanos, mis hermanas y mi madre". Jesús nos enseña que la verdadera familia no se define por lazos de sangre, sino por la obediencia a la voluntad de Dios.
Este mensaje es particularmente relevante para nosotros hoy, ya que nos recuerda que nuestra identidad como hijos de Dios no depende de nuestros vínculos terrenales, sino de nuestra relación con Él. Al vivir como "familia de Dios", estamos llamados a vivir en comunión con los demás, apoyándonos mutuamente en el camino de la fe. El Jubileo Peregrinos de Esperanza nos invita a ser conscientes de nuestra pertenencia a esta gran familia, que abarca a todos los que hacen la voluntad de Dios.
Vivir el Jubileo Peregrinos de Esperanza
En este Año Jubilar, mientras nos unimos a la Iglesia en la celebración de los "Peregrinos de Esperanza", somos llamados a vivir con la certeza de que, aunque somos peregrinos en este mundo, nuestra esperanza está puesta en Cristo, quien nos ha mostrado el camino hacia la salvación. El Jubileo nos invita a renovar nuestra fe, a vivir con esperanza y a ser testigos del amor de Dios en el mundo.
El sacrificio de Cristo, la obediencia a la voluntad de Dios y la pertenencia a la familia de Dios son los pilares que sostienen nuestra esperanza. En cada paso que damos en nuestra peregrinación, debemos recordar que no estamos solos. Cristo, nuestro Salvador, camina con nosotros, y con Él, podemos superar cualquier obstáculo.
Como seguidores de Cristo, estamos llamados a ser portadores de esperanza para los demás. Vivir el Jubileo Peregrinos de Esperanza significa ser luz en medio de la oscuridad, llevar consuelo a los afligidos y mostrar el amor de Dios a aquellos que más lo necesitan. Al igual que Santo Tomás de Aquino, que vivió su vida como un testimonio de la búsqueda de la verdad y la sabiduría divina, nosotros también estamos llamados a ser luz en el mundo, guiados por la sabiduría que viene de Dios.
Hoy, al reflexionar sobre la vida y el legado de Santo Tomás de Aquino, y al meditar en las lecturas litúrgicas de este día, somos llamados a vivir con esperanza. El sacrificio de Cristo, la obediencia a la voluntad de Dios y nuestra pertenencia a la familia de Dios nos dan la certeza de que, aunque somos peregrinos en este mundo, nuestro destino final es la comunión eterna con Dios. Vivir el Jubileo Peregrinos de Esperanza nos invita a caminar con fe y confianza, sabiendo que Cristo nos acompaña en cada paso y nos llama a ser testigos de Su amor en el mundo. Que esta celebración nos impulse a vivir con renovada esperanza y a ser portadores de la luz de Cristo en un mundo que tanto lo necesita.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. Mt 11.25
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