26 de septiembre — Santos Cosme y Damián, mártires
“Envió
su Palabra y los sanó” (Sal 107,20)
Memoria de los santos Cosme y Damián, médicos y mártires.
La Palabra de Dios tiene poder de sanar las heridas del cuerpo y del alma, y de
transformar la vida en testimonio de amor.
Invocación: “Jesús, médico del alma y del cuerpo, ten piedad de nosotros.”
Lectio – Leer la Palabra
El salmista proclama que Dios envió su Palabra y sanó a su pueblo. La Palabra no es solo anuncio, sino acción que cura, libera y restaura. Los santos Cosme y Damián fueron testigos de esta fuerza sanadora al unir la medicina con la fe.
Meditatio – Meditar la Palabra
¿Creo de verdad que la Palabra de Dios puede sanar mis heridas más profundas? Los mártires Cosme y Damián dedicaron su vida a cuidar de los enfermos gratuitamente, testimoniando con sus obras la caridad de Cristo. La medicina de sus manos estaba unida a la fuerza de la Palabra, que sana no solo el cuerpo, sino también el corazón y el espíritu.
Oratio – Orar con la Palabra
Señor
Jesús,
médico divino,
sana mis heridas interiores
con la fuerza de tu Palabra.
Hazme instrumento de consuelo y esperanza
para quienes sufren enfermedad en el cuerpo o en el alma.
Contemplatio – Guardar en el corazón
Hoy guardo en silencio esta certeza: “Envió su Palabra y los sanó.” La presencia de Cristo en su Palabra me trae paz, salud interior y fortaleza para seguir adelante.
Actio – Poner en práctica la Palabra
Jaculatoria
“Jesús, médico del alma y del cuerpo, ten piedad de nosotros.”
Que la memoria de los santos Cosme y Damián nos recuerde que la caridad cristiana une fe y servicio, y que en la Palabra de Dios encontramos la verdadera medicina que sana y da vida.
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