14 de septiembre — Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único” (Jn 3,16)

14 de septiembre — Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz

“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único” (Jn 3,16)
Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.
La Cruz es el signo supremo del amor de Dios, el lugar donde la Palabra se convierte en entrega total y salvación para toda la humanidad.
San Andrés de Creta: “La Cruz es la gloria y exaltación de Cristo.”

Lectio – Leer la Palabra

El Evangelio según san Juan proclama la verdad más grande: Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo para nuestra salvación. La Cruz, signo de dolor y muerte, se convierte en la Palabra definitiva de amor, perdón y vida nueva.

Meditatio – Meditar la Palabra

¿Cómo miro yo la cruz? ¿Solo como sufrimiento o como victoria de Cristo? Exaltar la Santa Cruz es reconocer que en ella está nuestra esperanza, que a través de ella la vida triunfa sobre la muerte. El madero que sostenía a Cristo crucificado hoy es estandarte de gloria y certeza de salvación.

Oratio – Orar con la Palabra

Jesús crucificado,
en tu Cruz contemplo la grandeza de tu amor.
Enséñame a cargar cada día mis pequeñas cruces
con fe y confianza,
sabiendo que unidas a la tuya
se convierten en camino de vida y redención.

Contemplatio – Guardar en el corazón

Hoy contemplo en silencio la Cruz gloriosa, signo de victoria. Ella me recuerda que el amor de Dios no tiene medida y que su fidelidad es eterna. En la Cruz encuentro fuerza, paz y esperanza.

Actio – Poner en práctica la Palabra

• Besaré la cruz con gratitud y devoción, como signo de amor a Cristo.
• Haré un gesto de reconciliación con alguien cercano, uniendo mi esfuerzo al perdón de Jesús en la Cruz.
• Rezaré el Vía Crucis o al menos una estación, contemplando el amor de Cristo crucificado.

Jaculatoria de San Andrés de Creta

“Nos gloriamos en tu Cruz, Señor, porque en ella está nuestra salvación.”

Que la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz renueve en nosotros la certeza de que el amor de Dios es más fuerte que el pecado y la muerte.

 Pbro. Alfredo Uzcátegui.