26
JUL
2025

“¡Feliz tú, que has creído!” (cf. Lc 1,45): La herencia de la fe que no envejece



sábado 26 de julio de 2025 – Memoria de San Joaquín y Santa Ana
Jubileo de los Abuelos y Adultos Mayores en nuestra parroquia de Santa Ana
Semana XVI del Tiempo Ordinario – Mes de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo

“¡Feliz tú, que has creído!” (cf. Lc 1,45): La herencia de la fe que no envejece

Hoy, nuestra comunidad parroquial vive una jornada de gracia, alegría y profunda acción de gracias al Señor. En el marco del Jubileo de los Abuelos y Adultos Mayores, celebramos la Memoria obligatoria de San Joaquín y Santa Ana, los padres de la Santísima Virgen María y abuelos de nuestro Señor Jesucristo. Esta celebración reviste para nosotros un carácter particularmente especial, no solo porque Santa Ana es nuestra patrona, sino porque acogemos en nuestra parroquia a nuestro querido arzobispo, Monseñor José Domingo Ulloa, para dar apertura al Jubileo de los Abuelos en la Arquidiócesis de Panamá, con una gran manifestación de fe, cultura y tradición.

1. Una memoria bendita: Recordar con gratitud

La liturgia de hoy nos invita a bendecir y alabar a Dios por aquellos hombres y mujeres que han sido “modelo de virtud” y cuyo “nombre vive por generaciones” (cf. Eclesiástico 44,1.10-15). San Joaquín y Santa Ana no aparecen en los Evangelios canónicos, pero la tradición cristiana y los evangelios apócrifos han conservado su memoria como santos esposos, fieles a Dios, que aguardaban con paciencia y esperanza el don de la maternidad. Su hija María será la Inmaculada, la llena de gracia, el jardín donde florecerá el Salvador.

La memoria de los abuelos no es solo afectiva: es espiritual, es histórica, es existencial. Es la historia viva de la fe que no se improvisa, sino que se transmite, con paciencia, entre generaciones. Hoy más que nunca, necesitamos recordar que en un mundo acelerado y cambiante, los abuelos siguen siendo guardianes de la fe, sembradores de esperanza y testigos del amor fiel de Dios.

2. El valor de la esperanza silenciosa y fecunda

En la primera carta de San Pedro (3,1-9), la Palabra nos exhorta a vivir con “un espíritu pacífico y sereno” y a no devolver mal por mal, sino a bendecir siempre. Esto lo vemos encarnado en tantos abuelos y abuelas que, desde su silencio y experiencia, construyen puentes en sus familias, ofrecen consejos prudentes, y nos recuerdan que se puede sufrir con dignidad, amar sin condiciones, y esperar sin desesperar.

El testimonio de Joaquín y Ana nos invita a no renunciar a los sueños de Dios, incluso cuando parezcan tardíos. La fe madura no se desespera: espera en el tiempo de Dios. En esta línea, el mes dedicado a la Preciosa Sangre de Cristo nos recuerda que el sacrificio y la entrega amorosa tienen un valor redentor. Muchas veces, las lágrimas de los abuelos y su oración constante son como la sangre derramada de Cristo: silenciosa, fecunda, salvadora.

3. Ojos que ven lo que muchos no ven

El Evangelio según San Mateo (13,16-17) nos regala unas palabras llenas de ternura y verdad:
“¡Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven!”
Jesús alaba a quienes tienen el don de reconocer su presencia, aun cuando se manifiesta de manera sencilla o escondida. Cuántas veces nuestros abuelos, con su sabiduría sencilla y su corazón creyente, nos han enseñado a ver a Dios en lo cotidiano, en una comida compartida, en una bendición al partir, en el rosario rezado al caer la tarde, en una palabra, de consuelo dicha con ternura.

El mundo necesita de estos “ojos entrenados por la fe”, que miran con compasión y esperanza. El futuro se construye con raíces profundas. Y nuestros mayores son ese terreno fértil donde florece la vida nueva.

4. Una celebración con rostro de pueblo

Hoy, a las 5:00 p.m., iniciaremos con júbilo el Jubileo de los Abuelos y Adultos Mayores. Nos daremos cita en el Parque de Santa Ana, desde donde, junto a nuestro arzobispo, entraremos en procesión hacia el templo parroquial. Invitamos a todos los feligreses a participar con sus atuendos típicos, como expresión de nuestra identidad, cultura y gratitud.

Esta celebración no es solo un acto litúrgico: es un acto de justicia y amor hacia quienes han edificado nuestras familias, comunidades y parroquia con su entrega y su fe. Con ellos abrimos las puertas del Año Santo Jubilar, en comunión con toda la Iglesia que se prepara para el Gran Jubileo del año 2025.

Custodios del futuro, sembradores de vida

Queridos hermanos, que este día nos inspire a revalorar a nuestros abuelos, a escucharlos, a cuidarlos, a incluirlos en la vida parroquial y familiar. Ellos no son el pasado: son presente con experiencia y futuro con promesa.

Que Santa Ana y San Joaquín intercedan por nuestras familias. Que Jesús, con su Preciosa Sangre, sane nuestras heridas generacionales. Y que la Virgen María, hija de Joaquín y Ana, nos enseñe a vivir con un corazón que escucha, cree y espera.

Oración final para este día

Señor Jesús, tú que naciste en una familia donde el amor y la fe eran custodiados por tus abuelos Joaquín y Ana,
bendice a todos los abuelos y abuelas de nuestra parroquia.
Concédeles salud, paz y la alegría de ver florecer a sus hijos y nietos en la fe.
Que nunca falte en nuestras casas su sabiduría, su ternura y su bendición.
Por tu Preciosa Sangre, sana nuestras generaciones.
Y haz de nuestra parroquia un hogar donde los abuelos sean amados, escuchados y honrados.
Amén.

¡Feliz Fiesta Patronal de Santa Ana! ¡Feliz Jubileo de los Abuelos!
Nos vemos en el parque desde las 4:00 p.m. para dar inicio a esta gran celebración de fe y familia.

Padre Alfredo Uzcátegui
Vicario parroquial.
Parroquia de Santa Ana, Ciudad de Panamá


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