19
SEP
2024

Transformados por el Amor y la Misericordia de Cristo: El Poder de la Resurrección

Transformados por el Amor y la Misericordia de Cristo: El Poder de la Resurrección


Este santo luchó hasta la muerte por la ley de Dios y no se aterrorizó ante la amenaza de los impíos, pues estaba afianzado sobre roca firme. 


Memoria de San Jenaro, Obispo y Mártir: Reflexión en torno a la Primera Carta de San Pablo a los Corintios (15, 1-11), el Salmo 117 y el Evangelio según San Lucas (7, 36-50)


De la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 15, 1-11


En este pasaje, San Pablo presenta una enseñanza fundamental para la fe cristiana: el anuncio del Evangelio y la resurrección de Cristo. Pablo recuerda a los corintios que el núcleo de su predicación, que ellos recibieron y en el cual perseveran, es la muerte y resurrección de Jesús, según las Escrituras. Es un llamado a la fidelidad al mensaje apostólico, que sigue siendo válido y salvador para quienes creen.


La importancia de este texto radica en la proclamación de la resurrección como el corazón de la fe cristiana. San Pablo subraya que el fundamento de nuestra esperanza y de nuestra salvación está en este acontecimiento histórico y espiritual. Sin la resurrección, nuestra fe sería vana. Además, destaca que fue testigo de una gracia inmerecida, ya que, aunque fue perseguidor de la Iglesia, fue transformado por la misericordia de Cristo resucitado.


Salmo 117: "Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia"


El Salmo 117 resalta el tema de la misericordia infinita de Dios, que se manifiesta a lo largo de la historia de la salvación y se cumple de manera perfecta en Cristo. La Iglesia, a lo largo de los siglos, ha visto en este salmo una invitación constante a la alabanza y gratitud por el amor redentor que Dios nos ofrece en Jesucristo. Esta misericordia es la que nos salva y nos impulsa a vivir con esperanza, pues "su amor es para siempre".


Evangelio según San Lucas 7, 36-50: La pecadora perdonada


El Evangelio de hoy nos presenta una escena profundamente significativa: Jesús es invitado a la casa de un fariseo y una mujer pecadora entra y, llorando, unge los pies de Jesús con perfume. La enseñanza central de este pasaje es la misericordia transformadora de Jesús, que no discrimina ni rechaza a los pecadores, sino que les ofrece el perdón y la sanación espiritual.


La mujer, que representa a todos nosotros en nuestra fragilidad y pecado, recibe el perdón de sus pecados porque "ha amado mucho". Jesús señala que el amor y la fe son los caminos para recibir la gracia del perdón. Esta escena también confronta a quienes, como el fariseo, se consideran justos por cumplir la ley, pero carecen de amor y compasión hacia los demás.


La Iglesia, siguiendo el ejemplo de Cristo, enseña que la misericordia es uno de los pilares fundamentales del plan de salvación. El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que Jesús es el rostro de la misericordia del Padre (cf. CIC 1846). A través del sacramento de la Reconciliación, los fieles pueden experimentar de manera concreta la misericordia divina, que está siempre disponible para todos los que se arrepienten sinceramente (CIC 1422-1424).


Asimismo, la resurrección de Cristo, mencionada por San Pablo, es el fundamento de nuestra fe (CIC 638-655). La Iglesia proclama que en la resurrección se cumple la promesa de vida eterna para quienes creen en Cristo y participan en su victoria sobre el pecado y la muerte.


"Dios no nos ama porque somos buenos, sino que su amor nos transforma en mejores personas. Su misericordia siempre está disponible para quienes, con corazón contrito, se acercan a Él."


Sentimos la gratitud profunda hacia Dios por su infinita misericordia y por habernos dado a su Hijo, cuya resurrección es nuestra mayor esperanza. A pesar de nuestras caídas y fragilidades, sabemos que siempre podemos levantarnos por el poder de su amor y su perdón.


En este día de la Memoria de San Jenaro, mártir que dio su vida por la fe en Cristo, tomemos su ejemplo de valentía y entrega. Reconozcamos nuestros pecados y acerquémonos al sacramento de la Reconciliación, experimentando la misericordia de Dios como lo hizo la mujer del Evangelio. Que nuestra respuesta sea el amor sincero y la conversión continua, buscando cada día la santidad y el seguimiento fiel de Jesús. 


Vivamos con gratitud el don de la fe, anunciando con palabras y obras que Cristo ha resucitado y que su amor nos transforma. ¡Demos testimonio de esta verdad con alegría y valentía! 


Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y y o los aliviaré, dice el Señor. Mt 11,28



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1 comentario

Escrito por Judith Elena el 19/09/2024 a las 14:05

Recuerdo mi querida Iglesia de Sta. Ana, mi primera comunión, las misas dominicales, luego la adolescencia, las reuniones del grupo juvenil de las Damas de Nuestra Sra. Santa Ana. Y mi tío que pertenecía a los Caballeros del Santo Sepulcro. Recuerdos de mi querida Iglesia.......recuerdos. Desde hace más de 40 años resido en el área Oeste, la formación recibida en mi querida Iglesia, aún me mantiene caminando en los caminos del Señor; desde la Pastoral de Salud y el grupo Escoge. Bendiciones!

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