La Iglesia celebra con júbilo esta Octava de Pascua, una verdadera prolongación del Domingo de Resurrección. Ocho días como un solo gran día. Ocho días en los que el misterio de la vida nueva en Cristo se contempla desde múltiples ángulos, como un diamante que resplandece bajo la luz de la fe.
Hoy, 21 de abril de 2025, seguimos caminando con María Magdalena y la otra María, corriendo llenas de alegría desde el sepulcro vacío para anunciar a los discípulos: “¡Ha resucitado el Señor!” (cf. Mt 28,8). Pero también nos enfrentamos con el eco de la mentira y del miedo que, como dice el Evangelio de hoy, trató de sofocar el anuncio de la Resurrección: “Digáis que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo” (Mt 28,13).
Este contraste entre la verdad del Evangelio y las mentiras del mundo, entre la luz de la fe y la oscuridad del engaño, sigue presente en nuestro tiempo. Pero la voz del Resucitado es más fuerte: “No tengáis miedo” (Mt 28,10). Es la misma voz que resuena en este Año Santo Jubilar de la Esperanza, invitándonos a mirar al futuro con confianza, abrazando con fe la promesa de una vida nueva.
La fuerza del testimonio en el Espíritu: Pedro en PentecostésEn la primera lectura de hoy, tomada de los Hechos de los Apóstoles (2,14.22-33), Pedro, fortalecido por el Espíritu Santo, proclama con valentía la verdad de la Resurrección: “A este Jesús, Dios lo resucitó; de ello todos nosotros somos testigos” (Hch 2,32). No se trata de una opinión, ni de una filosofía, ni de un mito: es una experiencia viva, transformadora, que inaugura una nueva historia.
Pedro, que había negado a Jesús por miedo, ahora da testimonio con ardor. Esa es la gracia pascual que también nosotros estamos llamados a vivir: pasar del temor a la misión, de la tristeza al gozo, de la parálisis a la valentía de anunciar a Cristo resucitado.
El Salmo 15: una oración para confiar y caminarQué hermosa certeza para este tiempo pascual: el Resucitado camina con nosotros, nos guía, nos protege, y nos muestra el camino de la vida. En medio de las dificultades de nuestra historia, esta esperanza es como ancla firme del alma (cf. Hb 6,19).
Vivir la Pascua en clave jubilarEn este Año Santo Jubilar de la Esperanza, cada día de la Octava de Pascua es una oportunidad para abrir la puerta de la misericordia y salir al encuentro de los demás con el gozo del Evangelio.
¿Cómo vivir este lunes de Pascua como peregrinos de la esperanza?
Anuncia con alegría: como las mujeres del Evangelio, no te guardes la Buena Noticia. Comparte con otros el gozo de la fe. Hoy puedes enviar un mensaje de esperanza, hacer una llamada, visitar a alguien que necesita alegría pascual.
Testimonia la verdad: en un mundo que muchas veces desacredita la fe, sé testigo de la Resurrección con tu vida. Que tus palabras, decisiones y acciones reflejen que Cristo vive y reina.
Haz una obra jubilar de misericordia: concreta tu fe con un gesto. Visita a un enfermo, acompaña a un migrante, comparte con un necesitado, perdona a quien te ha herido.
Reza con la Iglesia: únete al rezo del Regina Coeli (Reina del cielo, alégrate, aleluya) cada día a las 12 del mediodía. Es una forma pascual de orar con María.
El sepulcro está vacío. La piedra ha sido removida. La vida ha vencido a la muerte. Y esto no es solo un recuerdo del pasado, sino una realidad presente que nos impulsa hacia el futuro. Como dijo San Juan Pablo II: “¡No tengáis miedo! Abrid las puertas a Cristo”. Este Año Santo Jubilar es una invitación a vivir en apertura, confianza y esperanza.
Que el Señor Resucitado, vencedor del pecado y de la muerte, te llene de alegría, te regale una fe viva y te conduzca por sendas de vida.
¡Feliz Octava de Pascua! ¡Feliz camino jubilar!
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