22
JUN
2025

Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo



Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
Domingo 22 de junio de 2025
Año Santo Jubilar – Mes del Sagrado Corazón y de la Familia

“Denles ustedes de comer” (Lc 9,13): El amor de Cristo Eucaristía nos hace familia, nos sana y nos envía

Hoy, la Iglesia universal se postra en adoración para contemplar el mayor don que el Señor Jesús nos ha dejado: su Cuerpo entregado y su Sangre derramada por amor, realmente presentes en el sacramento de la Eucaristía. Celebramos la Solemnidad del Corpus Christi, fiesta de la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento del altar, fuente y culmen de toda la vida cristiana (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1324).

Este domingo adquiere un brillo especial, pues estamos en pleno Año Santo Jubilar, un tiempo de gracia, reconciliación, peregrinación y renovación profunda del corazón. Además, en este mes de junio, consagrado al Sagrado Corazón de Jesús y dedicado en Panamá a la familia, se nos invita a unir el misterio eucarístico con el latido tierno y misericordioso de Cristo, que sigue alimentando a su pueblo con compasión, como Pastor y Esposo.

1. El Pan que bendice y transforma la historia

Primera lectura: Génesis 14,18-20

La figura enigmática de Melquisedec, sacerdote del Dios altísimo, que ofrece pan y vino y bendice a Abraham, anticipa proféticamente la ofrenda eucarística de Cristo, Sumo y eterno Sacerdote. En este encuentro con Abraham, aparece el vínculo entre fe, alianza y bendición. Lo que hoy celebramos no es simplemente un rito, sino una participación en la historia salvífica que Dios ha tejido con la humanidad desde el principio. Cristo es el verdadero Melquisedec, quien ofrece no solo pan y vino, sino su Cuerpo y Sangre como alimento que da vida eterna.

2. “Tú eres sacerdote eterno”

Salmo 109 (110)

La Iglesia canta con gozo este salmo mesiánico que resuena en cada ordenación sacerdotal: “Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec”. Cristo es el Sacerdote por excelencia, quien ofrece y se ofrece. En esta solemnidad, también rezamos por nuestros sacerdotes, para que, unidos al Corazón de Jesús, vivan cada Eucaristía con unción, humildad y entrega. Y pedimos que muchos jóvenes escuchen el llamado del Señor a seguirlo en el ministerio ordenado, para que nunca falten manos consagradas que partan el Pan de la vida.

3. Hagan esto en memoria mía

Segunda lectura: 1 Corintios 11,23-26

San Pablo transmite con solemnidad lo que él mismo recibió: la institución de la Eucaristía en la Última Cena. Al repetir las palabras de Jesús –“Esto es mi cuerpo… esta es mi sangre”– no hacemos un símbolo ni una representación. Celebramos un misterio real y actual, memorial del sacrificio redentor de Cristo. Cada misa hace presente el Calvario, pero no como tragedia sino como don de amor que salva, une y envía a la misión. Por eso, cada Eucaristía es una escuela de caridad, unidad y esperanza.

4. “Denles ustedes de comer”

Evangelio: Lucas 9,11b-17

La multiplicación de los panes en el Evangelio según san Lucas no es solo un milagro de generosidad, sino un anuncio eucarístico: Jesús parte el pan, lo bendice, lo distribuye. El texto nos revela el corazón compasivo de Cristo, que no se desentiende del hambre del pueblo, sino que lo alimenta con ternura y abundancia.

Pero llama la atención su mandato a los discípulos: “Denles ustedes de comer”. La Eucaristía no es solo para ser adorada –aunque eso es fundamental– sino para ser vivida y compartida. El Pan del Cielo nos compromete a ser pan partido para los demás: en la familia, en la comunidad, con los pobres, los enfermos y los olvidados.

5. Vivir el Corpus Christi en el Año Jubilar

En este Año Santo Jubilar, la Eucaristía cobra una fuerza especial. ¿Qué nos pide el Señor?

  • Adoración: Participemos de las Horas Santas, procesiones y momentos de contemplación eucarística. Agradezcamos, en silencio y humildad, este don inefable.
  • Conversión: La Eucaristía no puede ser rutina. Nos impulsa a confesarnos con frecuencia, a reconciliarnos con los hermanos y a crecer en comunión.
  • Caridad: “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” (Jn 6,56). Permanecer en Cristo es vivir como Él: compasivos, generosos, solidarios. Hoy más que nunca, en este tiempo de crisis y guerra, la Eucaristía nos convierte en artesanos de la paz y del perdón.

6. El Corazón de Jesús y la Eucaristía: escuela de familia

En el mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús y a la familia, descubrimos que la Eucaristía es la mesa donde se forma la Iglesia doméstica. Alrededor del altar, aprendemos a perdonar, a compartir, a servir. Por eso, seamos familias eucarísticas: que oren juntas, que asistan a misa unidas, que encuentren en Jesús su fuerza y su centro.

De rodillas ante el Amor, de pie para servir al mundo

Hoy, el mundo necesita testigos de la presencia real de Cristo en la Eucaristía. No basta con saberlo: hay que vivirlo. Seamos adoradores verdaderos, familias que celebran y practican el amor, comunidades que reparten el pan y la esperanza.

Que este Corpus Christi renueve nuestro asombro ante el altar, nuestro amor por el sagrario y nuestra entrega a los más necesitados. Porque donde hay un corazón eucarístico, hay un futuro con esperanza.

¡Feliz solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo!

¡Venid, adoremos al Señor Sacramentado, Pan de Vida eterna!

Que María, Mujer Eucarística, y el Sagrado Corazón de Jesús nos guíen siempre.

Parroquia de Santa Ana y San Joaquín – Año Jubilar 2025
¡La Iglesia vive de la Eucaristía! (cf. Ecclesia de Eucharistia, San Juan Pablo II)

 


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