Que Dios tenga piedad de nosotros y nos bendiga, vuelva sus ojos a nosotros, para que conozcamos en la tierra tus caminos y los pueblos tu obra salvadora Sal 66,2-3
Santiago Alberione: Apóstol de los Medios y Profeta de Esperanza
Hoy, en la liturgia, la Palabra de Dios nos llena de esperanza y nos invita a mirar con confianza hacia el futuro, incluso en medio de las pruebas. En el Apocalipsis 14, 14-19, vemos a Cristo como el Hijo del Hombre, portando una hoz, listo para cosechar la tierra.Esta poderosa imagen nos habla de un juicio que no es motivo de temor, sino de confianza, porque quien juzga es el mismo Jesús, lleno de justicia y misericordia. Él separa el trigo de la cizaña, asegurando que el bien será recompensado y la maldad erradicada.
El Salmo 95 nos impulsa a cantar con alegría: "Que todo se alegre ante el Señor, porque viene a gobernar la tierra". Dios, como un juez justo, no solo corrige, sino que también consuela y restaura. Este mensaje encuentra eco en el Evangelio de Lucas (21, 5-11), donde Jesús advierte sobre los desafíos que precederán al final de los tiempos: guerras, desastres y persecuciones. Sin embargo, lejos de dejarnos en el miedo, Cristo nos asegura: “No tengan miedo”. Su invitación es a la perseverancia, a confiar en que la fidelidad a Él nos dará la verdadera vida.
En este contexto, recordamos al Beato Santiago Alberione, un hombre que, al igual que los textos de hoy, nos orienta hacia la esperanza en tiempos de incertidumbre. Nacido el 4 de abril de 1884 en San Lorenzo di Fossano, Italia, Alberione vivió en un periodo de grandes cambios sociales y tecnológicos. Desde joven, sintió un llamado particular: utilizar los medios de comunicación, especialmente la prensa, para evangelizar y llevar la luz de Cristo a todos los rincones del mundo.
El legado de Santiago Alberione
Fue el fundador de la Familia Paulina, un conjunto de congregaciones, institutos y asociaciones que incluyen a los Padres y Hermanos Paulinos, las Hermanas Paulinas, y varios otros grupos dedicados a hacer presente el Evangelio en los medios de comunicación modernos. Alberione comprendió que cada época tiene sus propios “púlpitos” y que los periódicos, la radio y la televisión podían ser instrumentos para transmitir el mensaje de salvación.
El Beato falleció el 26 de noviembre de 1971 en Roma, dejando un legado que sigue vivo en quienes, inspirados por su ejemplo, utilizan hoy internet, redes sociales y otros medios para anunciar a Jesús. Fue beatificado por San Juan Pablo II el 27 de abril de 2003, quien lo describió como “uno de los genios espirituales del siglo XX”.
Al mirar la vida y obra de Santiago Alberione, encontramos un ejemplo claro de cómo responder a los desafíos de nuestra época con creatividad y valentía. Él no se dejó intimidar por las dificultades de su tiempo, sino que confió en la providencia de Dios y puso en marcha obras que todavía hoy inspiran a millones.
"Dios juzga con justicia, gobierna con amor y nos llama a ser instrumentos de su Reino en el mundo."
Una profunda confianza en que el Señor utiliza incluso los retos de nuestra época para revelar su gloria.
Jesús, el Hijo del Hombre, con una hoz dorada en la mano, recogiendo el trigo maduro de una tierra iluminada por el sol.
Siguiendo el ejemplo de Alberione, aprovechemos las herramientas tecnológicas a nuestro alcance para compartir mensajes positivos y la Palabra de Dios. Una acción concreta puede ser publicar hoy un versículo del Evangelio en nuestras redes sociales o enviar un mensaje de esperanza a alguien que lo necesite.
La vida del Beato Santiago Alberione nos enseña que, con fe y creatividad, podemos transformar los desafíos del mundo moderno en oportunidades para evangelizar. Como el Hijo del Hombre del Apocalipsis, estamos llamados a “cosechar” el bien y sembrar esperanza en un mundo que lo necesita desesperadamente.
Que esta celebración nos impulse a vivir con confianza y valentía, anunciando a Cristo en cada palabra, acción y medio de comunicación. ¡El Señor viene a reinar con justicia, y nosotros somos sus testigos en el hoy!
Sé fiel hasta la muerte y te daré como premio la vida, dice el Señor. Ap 2.10
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