San Antonio María Claret: El Apóstol Incansable que Evangelizó a Millones a Través de la Palabra Escrita

Este es el siervo fiel y prudente, a quien el Señor puso al frente de su familia, para darles a su tiempo la ración de trigo. Lc 12,42.

Memoria de San Antonio María Claret, Obispo: La Plenitud del Amor en Cristo y el Camino del Evangelio

En la memoria de San Antonio María Claret, fundador de los Misioneros Claretianos y un hombre apasionado por llevar el Evangelio a cada rincón del mundo, recordamos la centralidad de Cristo en nuestras vidas y la urgencia de vivir con plenitud el amor de Dios. La enseñanza de la segunda carta del apóstol Pablo a los Efesios 3, 14-21, nos orienta hacia una vida enraizada en la profundidad del amor de Cristo, mientras que el evangelio de San Lucas 12, 49-53 nos invita a abrazar el fuego purificador que Jesús trae al mundo.

La Oración de San Pablo: Efesios 3, 14-21

San Pablo nos invita a una vida espiritual llena de la riqueza de Cristo, cuyo amor no tiene límites. Al arrodillarse ante el Padre, el apóstol ora para que sus lectores sean fortalecidos en su interior, para que Cristo habite en sus corazones y para que, arraigados y cimentados en el amor, puedan comprender la inmensidad de su amor. Pablo culmina esta enseñanza afirmando que Dios es capaz de hacer "infinitamente más de lo que pedimos o pensamos" (Efesios 3, 20).

Este pasaje es una invitación a vivir una vida con la certeza de que Dios, en su infinita bondad, quiere llenarnos de su gracia. Para San Antonio María Claret, quien dedicó su vida a la predicación y a la enseñanza, esta oración de San Pablo resonaba profundamente en su misión. Claret, nacido el 23 de diciembre de 1807 en Sallent, España, fue un incansable misionero que, movido por el deseo de ver a las personas arraigadas en el amor de Cristo, llevó el mensaje del Evangelio a miles, cruzando fronteras y enfrentando dificultades.

El Fuego del Evangelio: Lucas 12, 49-53

El Evangelio de San Lucas nos presenta una enseñanza provocativa de Jesús: "He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!" (Lucas 12, 49). Jesús no habla aquí de una paz superficial, sino del fuego del Espíritu que purifica, transforma y exige una decisión radical. Este fuego es símbolo del amor de Dios que quema todo lo que es impuro y nos empuja a una vida de santidad.

San Antonio María Claret entendió este fuego como la energía transformadora del Evangelio que debía prender en cada corazón. Su lema, "El amor de Cristo me urge", encapsula esta pasión ardiente por anunciar a Jesús. Claret fue obispo de Santiago de Cuba, donde se dedicó a reformar la vida eclesial, promover la educación y defender a los pobres. Fundó la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (Claretianos) en 1849, una comunidad destinada a evangelizar en todos los confines del mundo.

El Salmo 32: Dichoso el Pueblo Escogido por Dios

El Salmo 32 nos recuerda que somos el pueblo elegido de Dios y que su misericordia y fidelidad siempre nos acompañan. Este salmo es un cántico de confianza, invitándonos a poner nuestra esperanza en el Señor, quien cuida y salva a su pueblo. San Antonio María Claret vivió esta confianza en la providencia divina, enfrentando persecuciones y calumnias con un espíritu de paz y fe inquebrantable en Dios.

A la luz del Magisterio de la Iglesia, este llamado a vivir el amor de Cristo y a ser testigos del fuego del Evangelio encuentra resonancia en documentos como "Evangelii Gaudium", donde el Papa Francisco nos recuerda que la alegría del Evangelio es para todos y que la misión de la Iglesia es anunciar a Cristo con valentía y pasión. La Lumen Gentium, por su parte, destaca que todo bautizado está llamado a ser misionero, a vivir una vida de santidad y a ser testigo del amor de Dios.

El pensamiento que San Antonio María Claret nos deja es claro: "El que tiene caridad, hace todo; el que no la tiene, nada hace". El amor de Cristo nos impulsa a vivir para los demás y a entregarnos por completo al servicio del Reino de Dios.

Sentimos la urgencia de llevar el fuego del Evangelio al mundo, de ser portadores de ese amor que transforma, sana y renueva. El corazón de cada cristiano debe arder con el deseo de compartir la Buena Nueva, como lo hizo San Antonio María Claret.

Una imagen poderosa para este mensaje es la de una lámpara encendida en la oscuridad. Así como una lámpara ilumina el camino en medio de la noche, el amor de Cristo en nosotros es la luz que disipa la oscuridad del pecado y la desesperanza.

¿Cómo podemos poner en práctica este mensaje? Como San Antonio María Claret, somos llamados a evangelizar. Esto no necesariamente significa viajar a tierras lejanas, sino empezar en nuestro propio hogar, en nuestra comunidad, con actos concretos de caridad y servicio. Podemos comenzar orando para que el Espíritu Santo encienda en nosotros el fuego del amor de Dios, y luego salir a compartir ese amor en nuestra familia, en el trabajo y en nuestra parroquia. Siguiendo el ejemplo de Claret, busquemos maneras de servir a los pobres, educar a los jóvenes y cuidar de los enfermos y marginados.

"Si no ardes de amor, ¿cómo vas a inflamar a los demás?" – San Antonio María Claret.

Esta memoria nos invita a encender el fuego del amor de Cristo en nosotros, un fuego que no se apaga, sino que crece y transforma el mundo. Que, con la intercesión de San Antonio María Claret, podamos llevar el Evangelio con alegría, coraje y pasión, para la gloria de Dios y el bien de todos.

Todo lo considero una pérdida y lo  tengo por basura, para ganar a Cristo y vivir unido a Él. Flp 3,8-9