Lectura orante de la Biblia del Evangelio según san Marcos 6, 53-56. Lecciones prácticas de fe.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hermanos y hermanas en Cristo, hoy nos reunimos en la presencia del Señor para sumergirnos en la lectura orante de la Sagrada Escritura, específicamente en el Evangelio según san Marcos, capítulo 6, versículos 53 al 56. Abre tu corazón a la Palabra de Dios y deja que el Espíritu Santo ilumine tu mente y tu alma.
En este pasaje, contemplamos la escena donde la barca de nuestro Señor Jesucristo atraca en Genesaret, y la noticia de Su presencia se extiende rápidamente por toda la región. Las personas, al reconocer a Jesús, corren hacia Él, llevando a los enfermos en camillas y ansiosos por tocar siquiera el borde de Su manto. Es un momento de intensa actividad y búsqueda de la presencia sanadora de nuestro Salvador.
Aquí, hermanos, encontramos lecciones prácticas de fe que resuenan en nuestras vidas hoy. En primer lugar, aprendemos sobre la urgencia de buscar a Jesús. Así como la multitud corrió hacia Él en Genesaret, también nosotros debemos apresurarnos a Su encuentro en cada circunstancia de nuestras vidas. En medio de nuestras aflicciones y necesidades, que la respuesta instintiva sea buscar refugio en el amor y la gracia de Cristo.
Además, observamos la fe viva de aquellos que creían en el poder de Jesús para sanar. No solo buscaban, sino que confiaban plenamente en que, al tocar siquiera el borde de Su manto, experimentarían la curación. ¿Cuánta fe depositamos nosotros en el poder sanador de Cristo en nuestras vidas diarias? Que este pasaje nos inspire a renovar nuestra confianza en el Señor, sabiendo que Él tiene el poder de restaurar y sanar nuestras almas.
Finalmente, en la respuesta compasiva de Jesús al ver la necesidad de la gente, descubrimos el llamado a la misericordia. Como seguidores de Cristo, se nos insta a imitar Su amor compasivo hacia aquellos que sufren a nuestro alrededor. Que este pasaje nos motive a ser instrumentos de la gracia divina, llevando consuelo y esperanza a quienes están heridos y afligidos.
Oremos, queridos hermanos, para que la lectura orante de este Evangelio fortalezca nuestra fe, avive nuestra confianza en el Señor y nos impulse a ser testigos vivos de Su amor y misericordia en el mundo. Que el Espíritu Santo nos guíe en este camino de fe, para mayor gloria de Dios. Amén.
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