El Tiempo Litúrgico Ordinario: Un Camino de Santidad en la Vida Cotidiana
El Tiempo Ordinario es uno de los ciclos más extensos y significativos del año litúrgico, pero también es, a menudo, uno de los menos comprendidos. Este tiempo no está marcado por grandes celebraciones como la Pascua o la Navidad, pero lejos de ser un período “menos importante”, nos invita a vivir la fe en la cotidianidad, cultivando la santidad en los pequeños detalles de la vida diaria.
Significado del Tiempo Ordinario
El término “Ordinario” no significa “común” o “sin importancia”. Proviene del latín ordo, que significa “orden”. Este tiempo litúrgico se caracteriza por el desarrollo ordenado de los domingos y semanas, que nos ayudan a meditar sobre la vida pública de Jesús, sus enseñanzas, milagros y el llamado a ser sus discípulos.
El Tiempo Ordinario se divide en dos partes:
Color Litúrgico y Simbología
El color verde caracteriza el Tiempo Ordinario, simbolizando la esperanza y el crecimiento espiritual. Este color nos recuerda que, así como las plantas crecen con el cuidado constante, nuestra fe también debe desarrollarse mediante la oración, la escucha de la Palabra de Dios y la participación en los sacramentos.
Estructura de las Celebraciones Litúrgicas
En el Tiempo Ordinario, los domingos son el centro de la celebración. Cada domingo se considera una pequeña Pascua, donde recordamos la Resurrección de Cristo. Las lecturas bíblicas, organizadas en un ciclo de tres años (A, B y C), nos presentan una amplia selección de la Escritura:
Espiritualidad del Tiempo Ordinario
El Tiempo Ordinario es una oportunidad para profundizar en nuestra relación con Dios en medio de las actividades cotidianas. Nos invita a:
Celebraciones Especiales en el Tiempo Ordinario
Aunque el Tiempo Ordinario no incluye grandes solemnidades propias, sí celebramos importantes fiestas y memorias de santos que enriquecen nuestra vida espiritual. Algunas de estas celebraciones incluyen:
Un Llamado a la Santidad
El Tiempo Ordinario nos recuerda que la santidad no está reservada para momentos extraordinarios, sino que se construye en el día a día. Como enseñó el Papa Francisco en Gaudete et Exsultate, estamos llamados a vivir la santidad en las pequeñas cosas: ser pacientes con los demás, trabajar con dedicación, ayudar a quien lo necesita y vivir con alegría y esperanza.
El Tiempo Ordinario es un regalo de la Iglesia para crecer en nuestra fe y vivir como verdaderos discípulos de Cristo. Aprovechemos este tiempo para profundizar en la Palabra de Dios, fortalecer nuestra vida de oración y practicar el amor en nuestras relaciones cotidianas. Así, nos preparamos para las grandes celebraciones del año litúrgico y avanzamos en nuestro camino hacia la santidad.
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