11
SEP
2025

Día 4 – La Ira y la Mansedumbre. Venciendo los pecados capitales



Día 4 – La Ira y la Mansedumbre

Venciendo los pecados capitales

Tema:
La ira es una reacción desordenada que, cuando se descontrola, destruye relaciones, hiere con palabras y puede llevar a la violencia. No se trata de negar el sentimiento natural de enojo —que puede surgir frente a la injusticia—, sino de aprender a ordenarlo. La ira desbordada ciega el corazón y la razón, nos aleja de la paz y rompe la comunión con Dios y con los hermanos.

Virtud contraria: La mansedumbre

La mansedumbre no es debilidad ni pasividad, sino fuerza interior para dominar la ira y responder con serenidad. El manso no es el que nunca se enoja, sino el que sabe transformar el enojo en paciencia, diálogo y búsqueda de reconciliación. La mansedumbre refleja el corazón de Cristo, que soportó las ofensas y respondió siempre con amor.

Palabra de Dios:

El libro de los Proverbios nos enseña:
“La respuesta suave calma el enojo, pero la palabra hiriente enciende la ira” (Prov 15,1).
El camino evangélico no es apagar con más fuego el fuego de la ofensa, sino responder con la suavidad de quien confía en Dios.

Enseñanza de la Iglesia:
El Catecismo enseña: “La ira es un deseo de venganza. Cuando llega al deseo deliberado de matar o herir gravemente al prójimo, es gravemente contraria a la caridad; pero desear la justicia es lícito” (CEC 2302). La fe nos llama a ordenar el enojo para que no destruya, sino que se convierta en un impulso hacia el bien.

Acción práctica:
Hoy te invito a responder con serenidad en lugar de dejarte llevar por la ira. Ante una ofensa o una situación que provoque enojo, guarda un instante de silencio, haz una breve oración interior y pide a Dios la gracia de responder con mansedumbre. Ese pequeño acto puede cambiar el rumbo de un conflicto.

Oración final:
Señor Jesús, manso y humilde de corazón, enséñame a dominar mi ira y a responder con paciencia. Transforma mi enojo en ocasión de amor, mi silencio en oración y mis palabras en semillas de paz. Hazme instrumento de reconciliación en mi familia, en mi comunidad y en el mundo. Amén.


Pbro. Alfredo Uzcátegui.


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