Día 2 – Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor
Palabra
de Dios:
“Y tú, ¿quién dices que soy yo?” (Mt 16,15).
Catecismo
de la Iglesia Católica (CIC 422):
“‘Cuando se cumplió la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de
mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la Ley, y
para que recibiéramos la filiación adoptiva’ (Ga 4,4-5). Este es el Evangelio
de Jesucristo, el Hijo de Dios: Dios ha visitado a su pueblo. Ha cumplido las
promesas hechas a Abrahán y a su descendencia; lo ha hecho más allá de toda
expectativa: ha enviado a su ‘Hijo amado’ (Mc 1,11).”
Reflexión
Proclamar que creemos en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, es el corazón de la fe cristiana: reconocer en Él al Hijo eterno de Dios que se hizo hombre para salvarnos. Pensar en el misterio de un Dios que se hace cercano y comparte nuestra humanidad nos lleva a sentir gratitud y alegría al sabernos amados hasta el extremo en Cristo Jesús, y a actuar siguiendo sus pasos con fidelidad, humildad y valentía, para que en nuestra vida se refleje su presencia y su señorío.
Pregunta para el corazón
¿Es Jesús verdaderamente el centro y Señor de mi vida cotidiana?
Propósito del día
Repetir varias veces en silencio y con fe: “Jesús, tú eres mi Señor”, dejando que estas palabras guíen mis pensamientos, sentimientos y acciones.
Pbro Alfredo Uzcátegui.
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