Fuego que enciende, aliento que transforma, don que une: Pentecostés

DOMINGO 8 DE JUNIO DE 2025 — SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS
Envía, Señor, tu Espíritu, a renovar la tierra (Sal 103)

Fuego que enciende, aliento que transforma, don que une: Pentecostés

Celebramos hoy la Solemnidad de Pentecostés, uno de los momentos más sublimes de nuestra fe cristiana. A cincuenta días de la Pascua, el Resucitado cumple su promesa: el don del Espíritu Santo desciende sobre la Iglesia naciente. En este Año Santo Jubilar, cuando somos llamados a ser Peregrinos de esperanza, Pentecostés se convierte en una nueva oportunidad para renovar nuestra vida personal, eclesial y social bajo el soplo del Espíritu que todo lo vivifica.

1. “Se llenaron todos del Espíritu Santo” (Hch 2,4): Nace una Iglesia en misión

El relato de los Hechos de los Apóstoles 2,1-11 nos lleva al cenáculo, donde los discípulos, reunidos en oración, reciben el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego. No es un fuego destructor, sino uno que purifica y enciende el corazón para anunciar el Evangelio. Allí nace la Iglesia, no como una estructura humana, sino como un cuerpo vivo, animado por el Espíritu de Dios.

Los discípulos pasan del miedo al coraje, del encierro a la misión, del silencio a la proclamación en múltiples lenguas. Pentecostés es el antídoto contra Babel: donde antes el orgullo dividía, ahora el Espíritu une en la diversidad. Esto nos interpela hoy como parroquia: ¿estamos abiertos a la acción del Espíritu? ¿Salimos con valentía a evangelizar o seguimos encerrados por miedo o comodidad?

2. “Envía tu Espíritu y repuebla la faz de la tierra” (Salmo 103)

El Salmo 103 es una súplica esperanzada. No es sólo una contemplación poética de la creación, sino una confesión de fe: Dios renueva el mundo a través de su Espíritu. En este Año Jubilar, que nos llama a cuidar de la creación y a restaurar la dignidad humana herida, oramos para que el Espíritu Santo renueve no solo la tierra, sino también las relaciones rotas, los corazones endurecidos y las comunidades fragmentadas.

3. “A cada cual se le da una manifestación del Espíritu para el bien común” (1 Cor 12,7)

La lectura de la Primera Carta a los Corintios 12,3-13 nos recuerda una verdad esencial: todos, sin excepción, hemos recibido dones del Espíritu. Cada carisma, desde el más visible hasta el más oculto, es necesario para la edificación del Cuerpo de Cristo. En esta diversidad radica la belleza de la Iglesia.

No somos espectadores pasivos, sino protagonistas en la obra del Espíritu. El Jubileo 2025 nos impulsa a redescubrir nuestros carismas y a ponerlos al servicio del bien común, en nuestras familias, ministerios, trabajos y en la misión de la Iglesia.

4. “Reciban el Espíritu Santo” (Jn 20,22): El soplo de la reconciliación y la paz

En el Evangelio de Juan 20,19-23, el Resucitado se presenta en medio de los suyos y les ofrece su paz. No una paz superficial, sino la profunda que brota del perdón y la presencia del Espíritu. Al soplar sobre ellos, Jesús les confía el poder de perdonar los pecados. El Espíritu Santo es también Espíritu de reconciliación.

Esto nos invita hoy a abrirnos al sacramento de la Reconciliación, a ser constructores de puentes en un mundo herido por divisiones. Pentecostés es una invitación a respirar el perdón y a exhalar paz.

Pentecostés en el Año Santo Jubilar: Caminos concretos para vivirlo

1. Renueva tu oración personal y comunitaria: Pide cada día al Espíritu Santo que te guíe, ilumine y fortalezca.
2. Descubre y ofrece tu carisma: Pregúntate: ¿Qué me ha dado Dios para servir? Ponlo al servicio de tu comunidad parroquial.
3. Recibe los sacramentos con fe: Sobre todo, la Eucaristía y la Reconciliación, donde el Espíritu actúa con fuerza.
4. Construye puentes de paz: Sé instrumento de reconciliación en tu familia, tu trabajo, tu parroquia.
5. Únete a la misión jubilar: Participa en las actividades jubilares, caminatas, encuentros y obras de caridad. Haz de este Pentecostés un inicio de conversión permanente.

Una palabra final: El Espíritu Santo no es una teoría, es una Persona viva

El Espíritu Santo no es una fuerza abstracta, ni una emoción pasajera. Es el mismo Dios que habita en nosotros, nos transforma y nos lanza a la misión. Sin el Espíritu, la Iglesia es una estructura; con Él, es un organismo vivo.

Pidamos hoy con fe:

“Ven, Espíritu Santo. Renueva nuestra parroquia, renueva nuestras familias, renueva nuestros corazones. Que tu fuego arda en nosotros y seamos verdaderos testigos del Resucitado. Amén.”

Feliz Pentecostés a todos. ¡El Espíritu nos guía y la esperanza nos impulsa!

¡Ven, Espíritu Santo! En este Año Santo Jubilar, haz de nosotros peregrinos de esperanza.

Parroquia de Santa Ana y San Joaquín
Año Jubilar 2025 – Iglesia en salida, renovada por el Espíritu.

Pbro. A.J.U.M.