Jueves 19 de junio de 2025 – Semana XI del Tiempo
Ordinario
Evangelio que transforma, amor que perdona y gracia que renueva
Lecturas del día:
2 Corintios 11, 1-11
Salmo 110 (111): Justas y verdaderas son tus obras, Señor
Evangelio según San Mateo 6, 7-15
En este jueves de la XI Semana del Tiempo Ordinario, la Palabra de Dios nos invita a purificar nuestra fe, a orar con autenticidad y a redescubrir el don del perdón como camino hacia la libertad interior. La liturgia de hoy nos sitúa en el corazón del Evangelio vivido: una relación viva con Dios, cimentada en la verdad y sostenida por la gracia.
1. Una fe que no se vende: San Pablo y la pureza del Evangelio (2Cor 11,1-11)
San Pablo nos muestra su rostro más apasionado, casi dolido, frente a la comunidad de Corinto que parece ceder ante predicadores que pervierten el Evangelio de Cristo. El Apóstol habla con la intensidad del esposo que cuida a la esposa para presentarla pura al Esposo (Cristo). Esta imagen nupcial es potente: la Iglesia no puede adulterar la verdad del Evangelio ni sustituir la gracia por la apariencia.
En el contexto actual, donde tantas voces compiten por nuestra atención espiritual —algunas revestidas de poder, de éxito, de falsa piedad—, Pablo nos recuerda que la autenticidad del Evangelio no se mide por retórica ni espectáculo, sino por la entrega gratuita, humilde y sacrificada del amor de Cristo crucificado.
¿Quién es tu maestro? ¿Quién alimenta tu fe? ¿A qué Evangelio le estás dando tu corazón?
2. La oración como camino hacia el corazón del Padre (Mt 6,7-15)
En el Evangelio de Mateo, Jesús enseña a orar. No como lo hacen los paganos, con muchas palabras vacías, sino con un corazón que se dirige al Padre con confianza filial. La oración cristiana nace del encuentro y no del miedo, de la intimidad y no de la manipulación.
El Padrenuestro, que hoy escuchamos en labios del Maestro, no es una fórmula mágica, sino un programa de vida: reconocer la santidad de Dios, desear su Reino, confiar en su providencia, pedir perdón y aprender a perdonar.
En este Año Santo Jubilar, esta enseñanza de Jesús es providencial: nos invita a volver a lo esencial, a reconciliarnos con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Porque no hay verdadera conversión sin perdón, ni hay Reino de los cielos sin misericordia vivida.
El Padre “sabe lo que necesitamos antes de pedírselo”. No se trata de informar a Dios, sino de dejarnos formar por Él en la oración. De abrirle el corazón como hijos necesitados, y de asumir que solo quien perdona como ha sido perdonado, camina en libertad.
3. San Romualdo, maestro del silencio que fecunda
Hoy celebramos a San Romualdo, abad y fundador de la Orden Camaldulense, que en el siglo X supo conjugar la vida eremítica con la fidelidad a la Iglesia. Su experiencia espiritual nos recuerda que la renovación interior no requiere ruido, sino silencio fecundo.
En medio de un mundo hiperconectado y sobrecargado de palabras, San Romualdo nos enseña que el alma se ensancha cuando se despoja, que la oración es escuela de libertad y que la santidad no es evasión, sino encarnación del amor que se recibe de Dios y se devuelve en servicio humilde.
Pensamiento del día:
“Una Iglesia que ora desde el corazón del Evangelio no teme al mundo, porque vive de Aquel que venció al mundo.”
Hoy sentimos la necesidad de volver al centro, de orar no como rutina, sino como encuentro; de creer no en un Dios lejano, sino en un Padre que nos conoce, nos escucha y nos espera con brazos de misericordia.
Propuesta de acción para vivir el Año Santo Jubilar:
¡No tengas miedo de perdonar! Es el primer paso para ser libre. En este Año de gracia, Cristo nos invita a vivir con corazón de hijos, alma de hermanos y espíritu de esperanza. Como decía San Pablo: “Lo que soy, lo soy por la gracia de Dios”. Esa misma gracia nos transforma cada día, si abrimos el alma como tierra buena al sol de su amor.
¡Feliz día en el Señor, con el corazón abierto y la mirada en el cielo!
Pbro.A.J.U.M.
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