Escuchando la Voz de Dios en la Quietud: Reflexiones en la Memoria de San Eliseo

Yo soy la salvación de mi pueblo, dice el Señor. Los escucharé en cualquier tribulación en que me llamen y seré siempre su Dios.

Memoria de San Eliseo

Reflexión sobre la enseñanza del Primer Libro de los Reyes 19, 9.11-16 y del Santo Evangelio según San Mateo 5, 27-32

Viernes X del Tiempo Ordinario

Lectura del Primer Libro de los Reyes 19, 9.11-16:

En el Primer Libro de los Reyes, encontramos a Elías en un momento de profunda crisis y desánimo. Habiendo huido al desierto, se refugia en una cueva, donde Dios le habla. En 1 Reyes 19, 9.11-16, Dios se manifiesta a Elías no en el viento fuerte, ni en el terremoto, ni en el fuego, sino en el susurro de una brisa suave. Esta manifestación divina enseña que Dios no siempre se encuentra en las manifestaciones grandiosas y espectaculares, sino que a menudo se revela en lo sencillo y lo humilde.

Dios le da a Elías una misión clara: ungir a Hazael como rey de Aram, a Jehú como rey de Israel, y a Eliseo como su sucesor. Este pasaje subraya la importancia de la obediencia a la voluntad de Dios y la transmisión de la misión profética. Dios asegura a Elías que no está solo y que su obra continúa a través de otros.

Comentario del Magisterio de la Iglesia:

El magisterio de la Iglesia nos enseña que Dios se comunica con nosotros de formas sutiles y humildes. El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC 271) subraya que "Dios es omnipotente, pero su poder se manifiesta en la humildad". Además, el Concilio Vaticano II, en Dei Verbum (DV 2), nos recuerda que la revelación de Dios es un acto de amor y comunicación personal.

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 5, 27-32:

En el Evangelio de Mateo, Jesús profundiza en la Ley, explicando que no solo se trata de cumplir con los mandamientos de forma externa, sino de vivir una conversión interna del corazón. En Mateo 5, 27-32, Jesús habla sobre el adulterio y el divorcio, enseñando que el pecado no reside solo en los actos externos, sino también en las intenciones y pensamientos del corazón. Jesús nos llama a una pureza radical, a evitar incluso los pensamientos lujuriosos, y a valorar el matrimonio como una unión sagrada e indisoluble.

Comentario del Magisterio de la Iglesia:

El magisterio enfatiza la dignidad del matrimonio y la llamada a la santidad en todas las áreas de la vida. El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC 2336) afirma que "Jesucristo ha restaurado la creación en la pureza de sus orígenes" y que "la lucha contra la concupiscencia implica purificar el corazón y practicar la templanza". Además, el Concilio Vaticano II, en *Gaudium et Spes* (GS 49), declara que el matrimonio es una "íntima comunidad de vida y amor" que refleja el amor de Cristo por su Iglesia.

Reflexión y Aplicación para Nuestra Vida:

En este viernes de la décima semana del Tiempo Ordinario, la liturgia nos invita a meditar sobre cómo Dios nos llama a escuchar su voz en el silencio y la humildad, y a vivir una vida de integridad y pureza. San Eliseo, cuya memoria celebramos, nos muestra la importancia de responder al llamado de Dios con generosidad y confianza, continuando la misión de aquellos que nos han precedido.

La enseñanza de Elías y Eliseo nos recuerda que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros y que debemos estar atentos a su voz en los momentos de calma. El mensaje de Jesús en el Evangelio nos desafía a purificar nuestros corazones y a vivir con una integridad que trasciende las apariencias externas.

Que, a través de la intercesión de San Eliseo, podamos ser sensibles a la voz de Dios en nuestra vida diaria y comprometernos a vivir según su voluntad, cultivando un corazón puro y una vida de santidad. 

Oración Final:

Oh Dios, que elegiste a San Eliseo para continuar la misión profética de Elías, concédenos, por su intercesión, escuchar tu voz en el silencio y responder con fidelidad a tu llamada. Que, inspirados por las enseñanzas de tu Hijo en el Evangelio, vivamos con pureza de corazón y dedicación a tu santa voluntad. Amén.

Iluminen al mundo con la luz del Evangelio reflejada en su vida. Flp 2,15.16