Viernes de la Semana XI del
Tiempo Ordinario – 20 de junio de 2025
“Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón”
Memoria de los Santos Juan Fisher y Tomás Moro
El valor de lo que permanece
Amados hermanos y hermanas en Cristo:
En este viernes del Tiempo Ordinario, la Palabra de Dios nos interpela con una claridad luminosa: ¿Dónde está tu tesoro? ¿En qué depositas tus energías, tus sueños, tus decisiones diarias? En medio de una sociedad que pone sus esperanzas en lo material, en el poder, en la apariencia y en el éxito pasajero, el Señor nos invita a redirigir nuestra mirada hacia el cielo, hacia lo eterno, hacia lo que no se corrompe ni se pierde.
En este Año Santo Jubilar, en el que somos llamados a ser “peregrinos de esperanza”, esta jornada se convierte en una oportunidad preciosa para revisar el corazón, depurarlo de falsas seguridades y anclarlo en Dios, nuestro verdadero bien.
San Pablo: los verdaderos motivos del orgullo (2 Corintios 11,18.21-30)
San Pablo, en su segunda carta a los Corintios, se ve obligado a “gloriarse” al estilo de algunos falsos apóstoles, pero no para exaltarse a sí mismo, sino para mostrar que su verdadero orgullo está en sus debilidades, en su sufrimiento por Cristo, en su fidelidad a pesar de la tribulación.
Pablo no se jacta de su sabiduría, de sus viajes o de su autoridad, sino de haber sido golpeado, naufragado, encarcelado, perseguido… y sin embargo, mantenerse firme por amor a Jesús. ¿No es acaso esto un testimonio vivo para nosotros hoy?
El mundo de hoy admira a los que tienen éxito, influencia, fama. Pero el Apóstol nos enseña que el verdadero tesoro está en vivir unidos a Cristo, aun en las noches oscuras del alma, incluso en la humillación. Pablo descubre que su fuerza es Cristo. Su corazón está en el cielo, y desde ahí brota su esperanza.
El Evangelio: ojos limpios, tesoros eternos (Mateo 6,19-23)
Jesús nos invita con amor y firmeza a no acumular “tesoros en la tierra”, sino en el cielo. Esto no es una llamada a despreciar las cosas buenas de este mundo, sino a no absolutizarlas. El dinero, los bienes, las posesiones, si se vuelven ídolos, terminan esclavizando el corazón.
“El ojo es la lámpara del cuerpo”, dice el Señor. Es decir, si la mirada está limpia, orientada hacia lo alto, todo el ser se ilumina. Pero si el corazón se llena de codicia, oscuridad y egoísmo, entonces todo se vuelve confuso y opaco.
¿Cómo vivimos hoy este mensaje? ¿Qué tipo de tesoros estamos cultivando? ¿La paz, la bondad, la misericordia, el amor gratuito, el servicio generoso a los demás? ¿O el ego, el resentimiento, la acumulación, la vanagloria?
El Salmo 33: “El Señor libra al justo de todas sus angustias”
En medio de esta reflexión, el Salmo nos reconforta con una promesa que alienta: “El Señor escucha al justo y lo libra de todas sus angustias”. No significa que el justo no sufrirá, sino que no estará solo. Dios camina con él, lo sostiene, lo fortalece. En tiempos difíciles —y todos los vivimos— no estamos abandonados. En Cristo, incluso nuestras lágrimas pueden volverse semillas de esperanza.
Santos Juan Fisher y Tomás Moro: testigos del tesoro eterno
Hoy celebramos a dos mártires brillantes de la fe: San Juan Fisher, obispo, y Santo Tomás Moro, laico, padre de familia y canciller del Reino. Ambos ofrecieron sus vidas por fidelidad a la verdad del Evangelio y a la Iglesia, negándose a rendir culto al poder temporal en lugar de a Dios.
Tomás Moro dijo: “Muero como buen siervo del Rey, pero primero de Dios”. Su testimonio es actual: ante un mundo que busca doblegar conciencias, su valentía nos recuerda que vale la pena vivir y morir por el Reino.
Vivamos el Año Jubilar como oportunidad de conversión
Este Año Santo Jubilar nos brinda una oportunidad privilegiada para reorientar el corazón. ¿Dónde está tu tesoro? ¿En la fe o en el miedo? ¿En la esperanza o en la desesperanza? ¿En el dar o en el retener?
Invito a todos los fieles de nuestra comunidad parroquial a:
“El corazón en lo alto”
Queridos hermanos: el Evangelio de hoy no es una renuncia amarga, sino una invitación gozosa a poner nuestra vida en las manos de Dios. Donde esté nuestro tesoro, allí estará también nuestro corazón. Que ese corazón esté en el Sagrado Corazón de Jesús, donde encontramos seguridad, paz y verdadera vida.
En la intercesión de los santos mártires Juan Fisher y Tomás Moro, aprendamos a vivir como ciudadanos del cielo y servidores del Reino.
¡Feliz camino jubilar! ¡Dios les bendiga!
Pbro.AJ.U.M.
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